Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

jueves, 31 de enero de 2008

Dos Ciencias

Pensando en Maricarmen, con ganas de compartir tantas cosas para sus niños...

Y con agradecimiento a Marian, por fomentar por acá mi encuentro con la Ciencia.

Sin duda es de llamar la atención la soberbia con que a veces actuamos ante el Mundo. No, no hablo del mundo que nos hemos construido… Hablo del Mundo como el lugar que nos ha tocado habitar; este lugar que por millones de años existió sin saber de nosotros y que hoy existe a pesar de nosotros.


Paradojas. La misma ciencia que nos acerca al milagro constante de la naturaleza es la ciencia que le amenaza. Corrijo. No es la misma, ¿verdad? Se alimentan de la misma información y comparten patrones y procedimientos; se produce en los mismos laboratorios y comparten los anaqueles en las bibliotecas. Pero no puede ser la misma ciencia.

En los últimos días varias circunstancias me han puesto frente a reflexiones que terminan en agobio intelectual. Se caracterizan por una dosis de evidencias que retratan lo absurdo de la arrogancia con la que solemos comportarnos, como si los recursos que están a nuestro alcance fuesen infinitos, y estuviesen ahí para nuestro consumo insaciable o nuestras ganas de experimentar. No deja de sorprenderme lo cortas de miras que pueden ser ciertas conductas. Y a pesar de ello se reproducen incansablemente.

Pensamientos más amigables y optimistas esperan su turno. Les dejo que avancen (no vaya a ser que en su desesperación prefieran irse) y nos prometo un espacio alterno para la auto-confrontación. Ya te contaré.

Aclaración. Y bueno, cerrando bien y de buenas la entrada de hoy, aclaro: pese a lo que he llamado agobio intelectual, no dejo de disfrutar cada encuentro con esa ciencia que me ayuda a entender o que simplemente me sorprende.

miércoles, 30 de enero de 2008

¿"Ellos" y "Nosotros"?

Pensando en "la gente que he conocido acá"  (ya más abajo espero se entienda mejor la frase)

La Historia es injusta con la gente como tú y como yo… O al menos suele serlo. En su afán por los grandes relatos, la gente ordinaria se desdibuja y cuando mucho se convierte en parte del decorado. Y lo veo incluso en el Presente, en la construcción de la Historia de la que formamos parte como algún día nuestros antepasados fueron parte de la suya.

Leemos los grandes relatos de lo que nos rodea (en Pasado, Presente o Futuro) y se habla de países o pueblos como si se tratara de cosas monolíticas. Como si “los mexicanos” fuesen una masa amorfa pero con cualidades (en el sentido de atributos, sin carga moral por supuesto) uniformes; como si cada miembro de esa estructura fuese un átomo incapaz de distinguirse del otro. ¿Y quién construye ese relato? ¿Quién nos describe?

Y he dicho “los mexicanos” donde podría decir “los franceses”, “los españoles”, “los catalanes”, “los ricos”, “los pobres”, “los blancos”, “los negros”, “los hombres”, “las mujeres”… En fin, cualquier categoría de las que usamos para contarnos la Historia. O el Presente. Como si cualquier atributo fuese suficiente para integrarnos a un colectivo capaz de definirnos.

Lo escucho y lo leo en torno a debates sobre cualquier tema. Pero en los días recientes lo percibo con insistencia en el ambiente de México en la relación de cara a España. Y ellos (¿quiénes son “ellos”?) sin duda traen sus propios debates y conflictos no resueltos, por supuesto. Pero ahí está el palabrerío: que si no hemos superado nuestro trauma de la colonia, que si están reconquistando el país, que si ya van por nuestros energéticos, que si ya van por la presidencia; que si son xenófobos, que si hay que abrirles, que si hay que cerrarles… Lo que me inquieta es que se hable de “los x” o “los y”. Son expresiones, yo lo sé; pero no por ello son poca cosa.

Al menos por un rato intento quitarme las categorías monolíticas de la cabeza. No sé cómo diablos “seamos” o “son”. Puedo hablar de la gente particular, con su carga cultural e histórica si se quiere, pero con su individualidad por encima de todo. Y me gustaría que así lo hiciéramos con más frecuencia todos.

Por mi parte, gracias a que he tenido la oportunidad de encontrarme con gente que, quizá sin planteárselo siquiera, no está navegando todo el tiempo con etiquetas, puedo decir que a más de cuatro meses de estar en esta ciudad, y a pesar de los inevitables ataques de nostalgia, la gente que he conocido acá, en clases o fuera de ellas, con mayor o menor profundidad, toda esa gente me ha hecho sentir en casa.

Lo más paradójico es que, cuando en el encuentro con el otro, ambos nos desprendemos de nuestras identidades colectivas, terminamos reconociéndonos tan iguales, como para formar un auténtico colectivo universal. ¿Será que si se trata de atributos “positivos” o “humanizadores”, hablar de ese o de cualquier otro colectivo no es tan disparatado? ¿Ya estoy alucinando?

Apunte (Mea Culpa). Creo que mi divagación requiere matices... Pero al final esto es un blog, no un tratado filosófico. Sirva al menos todo lo dicho, como siempre, al menos de pretexto.

martes, 29 de enero de 2008

... como en el Cielo

Las ideas se me acumulan. Ya les instalé un despachador para dejarles pasar en orden, y que mientras esperan su turno cómodamente.

La primera ficha estaba siendo disputada por un puñado de ocurrencias de los últimos dos días, y mientras discutían, les ganó el lugar una vez más una melodía desde el iTunes. La reproducción aleatoria quiso ponerme en los oídos parte de la banda sonora de La Misión (1986), compuesta por Ennio Morricone. Reconozco que si no hubiese sido el azar, igual hubiese llegado, pues la a secuencia en concierto de los temas más representativos de la partitura está también entre mi música optimista.


La secuencia final es sin duda uno de los momentos más estremecedores registrados en mi memoria fílmica, y la música que acompaña el avance de Jeremmy Irons y la comunidad guaraní (“En la Tierra como en el Cielo”), se ha transformado en uno de esos fragmentos de lo que considero mi “himno universal”. (Increíble. El sólo escribir esta frase, ha convocado a otros fragmentos de ese himno que ya están tomando su ficha.)

Yo tenía entre 10 y 11 años cuando salió la película, así que mi primer contacto con las notas que la acompañan no se dio en la sala de un cine. Se presentó conmigo en 1987, en un comercial de televisión que, con el citado tema de fondo, invitaba a una exposición sobre imágenes de la Virgen de Guadalupe en el Centro Cultural Arte Contemporáneo de la Ciudad de México, sobre el cual volveré más adelante.

Otra imagen. En esos días, papá compró el casete de la banda sonora y con frecuencia lo ponía en el coche cuando íbamos hacia la escuela en las mañanas. Había un tema, "Penitencia" –que musicalmente me parece la antítesis de “En la Tierra…”–, que a Rodrigo y a mí nos cautivaba; en ese entonces, insisto, no habíamos visto la película, pero sin duda evocaba alguna extraña imagen en nuestras mentes.


Una más. Recibir el 2005 en Iguazú. El recorrido por las cataratas. Ahí no hay palabras, por eso recupero algunas "vistas".

En fin, el tiempo ha ido añadiendo imágenes a las notas y hoy se trata de una de las piezas más poderosas que hay en mi audioteca.


Remate sobre el CCAC. Al recordar aquel anuncio me entró la obsesión por reconstruir la historia de aquel museo que mucho prometía en su tiempo y que se convirtió en triste metáfora de muchas historias contemporáneas. Abierto hacia 1984, no logró cumplir siquiera sus 15 primaveras. Su sospechoso padre, Televisa, pronto se dio cuanta que valía más venderle que alimentarle. La última noticia que encuentro del edificio es de 2006, y me sorprendo tratando de ubicarme ahí y ver qué ocupa ese espacio. Si alguien me sabe dar razón, sepa que habrá contribuido a saciar una de esas obsesiones que sin explicación a veces nos invaden. Termino: Es curioso que si uno busca en la red información del centro en cuestión, todavía muchas páginas lo incluyen en la lista de atractivos de la capital mexicana.

domingo, 27 de enero de 2008

How do you do!


Pensando en mis amigos, y en particular en Zorus, confesa lectora asidua de este blog.

Hay canciones cuya letra, de tanto oírlas, se nos pierden como en un banco de niebla. Están ahí, a la mano, pero se nos esconden. Algunas las hemos cantado, otras tarareado. Muchas veces hemos repetido palabra tras palabra, sin detenernos a saber de qué estamos hablando. A veces el idioma se interpone, pero incluso en esos casos llega a ser más por pereza que por auténtica ignorancia. En ocasiones sí que hemos hecho "click" con la letra en cierto momento de nuestras vidas pero, a costa del paso de los días, hemos llegado a incorporarlas como si fuesen las tablas de multiplicar y hemos dejado que se queden vacías.

Pero también suele suceder que un día esa misma canción se pone frente a nosotros y decide revelarse (en una decisión que también implica rebelarse). Y adquiere sentido por primera vez (o quizá por enésima cual primera vez). Y si hasta entonces la canción ya era pretexto para trazar una sonrisa en el rostro, a partir de ese momento se convierte en motivo para enaltecernos y extender la sonrisa al alma.

En las últimas semanas eso me ha ocurrido con varias canciones. Con mayor o menor conciencia, he dejado que se rebelen/revelen. Y conforme lo hacen, son incorporadas a esa lista de canciones optimistas del iPod de la que hablé el viernes.

Cito un ejemplo paradigmático... La canción siempre me ha gustado, no en vano en el iTunes del portátil aparecen ocho versiones distintas, de las decenas y decenas que seguramente se han grabado a lo largo de la historia. La primera versión, la emblemática, fue grabada en 1967 por Louis Armstrong, y llegó a mí en el 95 a través de la banda sonora de "12 Monkeys". Sin duda es una interpretación insuperable y no tiene siquiera sentido que la mida contra el resto.

Eso no quita mérito al resto. Entre las que tengo, hay al menos tres muestras a las que algo les distingue e invita a escucharles como piezas únicas y valiosas en sí mismas. Ya sea el toque maternal que le imprime Celine Dion en el contexto de aquel disco de canciones de cuna; la chispa de Tony Bennett y k.d. lang en su disco homenaje a Satchmo; o el mágico encuentro que construye Israel Kamakawiwo'ole entre el "mundo maravilloso" y aquello que se esconde "al final del arco iris".

¿No he dicho de qué canción hablo? Seguro ya lo sabes: "What a Wonderful World". Una frase en particular fue la que se me reveló/rebeló esta semana:


I see friends shaking hands,
sayin' "How do you do"
They're really sayin': "I love you"


¿Hace falta que explique algo?



Nota final para mis amigos: Tan basta es mi biblioteca musical en el ordenador, como pobre es el disco duro en fotos con mis amigos. Ilustrar esta entrada fue una labor más ardua de lo que puede parecer. Inevitable e injustamente muchas amistades no están aquí representadas visualmente. Anyway, let me tell you: "How do you do!".

viernes, 25 de enero de 2008

Levantando el ánimo

En cada cultura aparece al menos un género musical distintivo, que encierra rasgos definitorios del temperamento de su gente. No son los ritmos, ni las melodías, ni los instrumentos que las acompañan. Es algo que corre sin duda por las venas de quien la interpreta. Eso explica que a veces una misma pieza, en manos de músicos de distinto origen, pueda concretarse en las más disímbolas versiones. Y cuando escribo "origen" no pienso necesariamente en el lugar de nacimiento de un individuo; pienso en su historia y la cultura en que ha crecido, ya sea la de su patria o la de su barrio, tan macro o tan micro como se quiera.

Pensando en las grandes categorías o las grandes clasificaciones de la música -no me gusta evocar estos "cajones" forzados, pero a veces viene bien-, es claro que algo tiene la música brasileña -sea la samba, sea la bossa nova- que levanta el ánimo.

Recién salí del concierto que dio Toquinho esta noche en Barcelona. No importa de qué humor entraba uno; al salir, o se tarareaba alguna melodía, o se movía sutilmente el cuerpo en un torpe intento de evocar el carnaval de Río. E inevitablemente se sonreía.

Claro, se sonríe casi siempre al salir de un concierto, pero... ¿no es verdad que la bossa nova deja en quien la oye una sonrisa diferente?

Apunte: En los últimos días empecé a armar para el iPod una lista de canciones para levantar el ánimo. Contra mis pronósticos, ha resultado una lista bastante extensa... con evocaciones brasileñas incluidas, por supuesto. La dichosa lista, desde su concepción y luego en cada reproducción, ha sido un redescubrimiento fenomenal de canciones, algunas de las cuales hemos oído hasta el hartazgo. En los próximos días espero compartir algo de esa banda sonora que me estoy construyendo.

miércoles, 23 de enero de 2008

Para salvar a México

Pensando en Majo, que a través de un oportuno e inspirador correo electrónico me puso en contacto con la charla a la que hago referencia.

En octubre de 2007, en el marco de un Encuentro Empresarial de la Coparmex, Denise Dresser dio una conferencia titulada "De la sumisión a la participación ciudadana". Sin duda el título se explica sólo.

He dicho ya antes que la sola voz de Dresser me cautiva. Es su voz, sin duda. Pero por supuesto también son sus palabras. El texto no tiene desperdicio. Pero tras cuatro meses lejos de mi tierra, se explica que una parte me haya estremecido en particular.

"... quienes como yo por razones de exilio profesional hemos vivido años fuera de México sabemos lo que es andar con el corazón apretado, con pequeñas nostalgias y grandes recuerdos [...]. Lo que es querer tanto a un país , lo que es querer regresar a él para mejorarlo y salvarlo de sí mismo."


Entre las cosas que más me han sorprendido de mí mismo en estos meses, es el enorme amor que siento por mi país. Y es por ese mismo amor que con frecuencia me duele. Pero algo tengo claro: no puedo dejarme vencer por el pesimismo. Hay mucho por hacer. A mí las ideas se me empiezan a acumular y estoy en busca de darles salida. Si no se te ocurre nada todavía, no pierdes nada echando un vistazo a las palabras que me hicieron recuperar "la cuerda".

Y si tampoco sale nada, no dejes de buscar en el silencio. Estoy seguro que algo surgirá.

Por si te sirve, te dejo el acceso al video de la conferencia, y también la liga a la versión en texto (PDF), editado por la propia Coparmex.

sábado, 19 de enero de 2008

Sinfonía de los Temperamentos

Música. Bálsamo para el alma. Tan diversa como la humanidad misma. Y en medio de toda ella, un día descubrimos sonidos que se nos vuelven inseparables. No importa si nuestro oído ha sido educado o no para recibirla. Ciertos sonidos se ajustan a ciertos oídos como si hubiesen existido juntos siempre. Pero como no era así, el primer encuentro, sin importar que tan tardío se dé, resulta imborrable.

Y más cuando el cruce de caminos va acompañado de imágenes como las que ilustraron la experiencia de esta noche en el Palau. Un apasionado Pablo González -un asturiano nacido el mismo año que yo- de esos que dirigen con todo el cuerpo, con toda el alma. No soy musicólogo, así que no puedo sino hablar desde lo que la piel me dice.

Primero vino la Obertura-Fantasía "Romeo y Julieta" de Tchaikovsky, que constituye siempre un deleite no sólo por la obra en sí misma, sino por una imagen que tengo anclada a sus notas: los Pérez-Castro caminando por el Centro Cultural Nezahualcóyotl de CU, al salir de un concierto de la Ofunam.

Vino después, del mismo compositor, el Primer Concierto para Piano. Dicen los que saben -y sobre todo los que gustan de los datos curiosos- que se trata de uno de los "inicios de concierto" más conocidos. Que todos lo han escuchado aunque no todos sepan de qué obra se trata. No lo sé. Pero me encanta. Fue la segunda vez que lo escuchaba en la sala del Palau, esta vez con un joven serbio (n. 1982) al piano que enamoró a la audiencia desde el primer compás.

Intermedio.

Y para coronar la noche, una obra que me era perfectamente desconocida y que constituyó uno de esos encuentros a los que me referí líneas arriba. La Segunda Sinfonía del danés Nielsen, conocida como Sinfonía de los Cuatro Temperamentos.

Quisiera describir mi experiencia, pero, por más que lo intento compruebo que es imposible. Baste pues decir tres cosas.

La primera: los "temperamentos" de Nielsen fueron mi descubrimiento personal y se integraron a mi espíritu como una de esas piezas sueltas que uno buscaba sin saberlo.

Segunda: la entrega de ese contemporáneo mío, González, me intrigó. ¿Quién es ese individuo capaz de transmitir tanta pasión en cada movimiento? Descubrí no mucho, pero sí una nota aquí, una nota allá, otra más acullá.

Tercero: salí renovado; gracias Piotr, Carl y Pablo.

viernes, 18 de enero de 2008

Un minuto y fracción de mar

Errantes, mis pasos del medio día me condujeron a la playa. Y me encontré de frente (cosas del invierno y la geografía), con él.

Los 18 grados centígrados llegaron sin avisar, y no tuvieron tiempo para convocar a las multitudes. Al menos en la última playa, a unos metros de Forum. Algunos despistados como yo, atraídos por la fuerza del sol y el sonido del mar. Mil cosas daban vueltas en mi cabeza desde hace varios días. Y las palabras del mar, tan cerca, tan claras, no tardaron en llenarme de paz y permitirme respirar con profundidad por un rato.

No me atrevo a decir que encontré respuestas. Pero sí, sin duda, motivos. Y estos han resultado hoy más valiosos que las otras (si es que existen).

Gracias, Dios, por acercarte así. A la imagen capturada en la cima, se suma hoy la que me regalaste a la orilla del mar.


Es evidente que no todos tenemos el mar a la vuelta (e incluso a quienes lo tenemos a veces se nos olvida)… Pero eso no impide que podamos dejarnos arrullar por las olas. Por eso, además de guardarme un puñado de mar para tenerlo siempre a mano, intenté captar un instante de mar para compartir.

Aquí te dejo un minuto y fracción de mar…

lunes, 14 de enero de 2008

Frente al pesimismo

No está claro si sea por herencia cultural, producto de un mestizaje accidentado o parte de nuestra constitución genética. Pero cierto es que con frecuencia nos da por el pesimismo, y más en el ámbito de lo social.

Y no niego que las señales que recibimos son suficientemente contundentes como para estremecer a cualquiera. Sin embargo, también parece claro que por motivos igual de desconocidos, somos capaces de sobreponernos y, más aún, de construir. Basta que se nos dé la gana.

Por eso, hoy que leía la columna de Germán Dehesa en Reforma, sentí una empatía absoluta con sus palabras.

A reserva de que puedas consultar el texto completo en su fuente original, comparto aquí el fragmento que a mi juicio resulta más poderoso.

Pronto cumpliré 64 años de vivir y de ser feliz en México. Mi país me ha dado muchísimo y su gente suele reunir ternura, imaginación, reciedumbre y fuerza. Ningún buen mexicano (y somos millones) se va a quedar con los brazos cruzados mirando el supuesto incendio. Basta con que aprendamos a organizarnos y a comunicarnos entre nosotros, para que la patria, como el árbol de la esperanza, se mantenga firme.

La falacia de los agoreros de enero es pretender hacernos creer que todo nos va a ocurrir de golpe. Nunca ha sido así y con garbo o con lo que se pueda, le hemos hecho faena al toro que la imprevisión, o la falta de justicia, o la pura fatalidad nos ha ido soltando. 2008 es un buen año para hacer varias faenas valientes y fuertes; nomás vayan soltando a los toros de uno en uno, no sean desgraciados.

Es cosa sabida que anunciar desgracias terribles es entre nosotros deporte nacional. Con una a la que le atinemos adquirimos enorme prestigio entre nuestros allegados que comienzan a mirarnos como si fuéramos videntes tenochcas. En el fondo, es un juego bastante tonto. Mejor, mucho mejor nos estaría trabajar para empujar entre todos la piedra que mantiene cegado el curso de la justicia, los valores, el respeto, la honradez, el estudio y tantas otras carencias de nuestro país. Si conseguimos moverla un milímetro, eso será bueno y útil para México; será un modo de decirle a los buitres y a las hienas: ¡oigan, ya párenle!.

sábado, 12 de enero de 2008

Días difíciles

No tengo claro de qué depende. A veces sucede cuando me he pasado el día encerrado en lecturas y perdiéndome a ratos en la red. Pero también se llega a dar en días que hablo con la gente que quiero y que tengo lejos. Incluso en días “normales”, cargados de cotidianeidad hasta el tope (si es que en la vida que llevo acá puede hablarse de cotidianeidad). Lo cierto es que de repente, sin avisar, llegan días difíciles.

Días que se extraña un poco más que de costumbre. Insisto: no tengo claro a qué se debe.

Ni siquiera sé si es posible que haya una causa. Sé que son días que duele un poquito más el alma, se refleje o no en el cuerpo. Días que me acurruco en la cama y me gusta imaginar que estoy cerca de casa. Días que sin remedio uno llora cargado de nostalgias. Días que el frío pega con más fuerza. Días con ganas de hablar de más pero sin tener realmente nada en especial para decir. Días cuya contradicción conduce al silencio y silencios que terminan en otra lágrima.

Me he puesto algunas fotos para enfrentar esos días. Fotos que viajaron impresas desde allá. Tú y yo en la cima de una pirámide. Mamá y Papá sonriendo. Rodrigo, Marijo, Jimena y Montse. En el fondo de la computadora algunas recientes. Dos sobre todo. Kiri. Y la foto de Dios: así la bauticé desde que la tomé; en una de las cimas de la Montaña Serrada (partida con una sierra… “el monte que te has elegido, con la gloriosa Madre de tu unigénito Hijo”). La imagen es sencilla: la luz desde una cima de la montaña.

No es fácil salir airoso de semejantes días. (No por nada reciben el nombre de días difíciles, ¿verdad?) Pero sin duda esas imágenes grabadas en mi mente son un factor clave.

En fin. Hoy fue un día difícil.

MISS U BB…

viernes, 11 de enero de 2008

La mitad hoy, la mitad mañana

¿Cuántas eran? No tuve el cuidado de contarlas cuando las recibí. Pero el hecho es que no eran pocas. Cuando abría la caja que me entregó M, no pude menos que sonreír y comenzar a saborearlas, en ese momento todavía alimentado por la memoria y una pizca de imaginación.

Revisé las pequeñas bolsitas, los diferentes estilos, todas muy ordenadas, ¡y completamente selladas! Si no fuera porque las conozco bien a simple vista, y porque conozco mejor los dotes de mamá para cuidar detalles como esos, hubiera pensado que eran comercializadas.

En ese momento no quisimos abrirlas. Tardé varios días en iniciar la degustación. Claro que comencé cuando M seguía acá; soy egoísta pero no tanto, y quería que las disfrutáramos juntos. Al menos dos paquetitos. Pero M volvió a México y el resto quedó a la espera de un arranque de apetito.

No dejé que fuera uno. ¿Cuánto me aguantarán? Y es que así de comerciales como me las hicieron ver, sentía que podían durarme hasta el verano… Pero seamos realistas, aunque su elaboración hubiese permitido semejante vigencia, yo no hubiera sido capaz de conservarlas por tanto tiempo.

Así que poco a poco fui consumiendo esas galletas que prepara mamá. Desde los sabores que a lo largo de tres décadas recuerdo perfectos e intactos (las de nuez, las espolvoreadas con canela), hasta los que cada año ha ido perfeccionando (¡este año las de chispas de chocolate ya superaron a las del Palacio!).

Esta mañana encuentro que queda sólo un paquete. ¿Cómo dosificarlo? Dicen que los doce primeros días del año son una suerte de adelanto del año, y representan lo que nos espera cada uno de los doce meses. Resuelto. La mitad hoy, la mitad mañana.


P.D. El primero de los pasteles también se esfumó antes del regreso de M. Al delicioso envío lo coronaron las velas que ella misma trajo para celebrar el feliz cierre del año 32.

jueves, 10 de enero de 2008

Dos sonrisas

Siempre ha sido para mí una delicia escuchar conversar a Denise con Carmen. Porque aunque sea a través sólo del audio, siempre son visibles sus sonrisas. Y leer hoy a la primera referirse a la sonrisa de la segunda, no hizo sino emocionarme.

Dresser comienza su columna publicada hoy en Reforma citando un poema de José Emilio Pacheco sobre lo que rescataría de su México, y afirma:
José Emilio tiene su lista de lo mejor de México y yo la mía; esa lista que es combustible y motor, estandarte y bandera. Esa enumeración para seguir creyendo que lo difícil se hace con rapidez pero lo imposible toma un poco más de tiempo. Las razones por las cuales vale la pena no perder la fe en este país maltrecho y abandonar la lucha compartida por cambiar su faz. Y entre esos motivos, la sonrisa de Carmen Aristegui.

La leo y de inmediato respondo... Yo, sin lugar a dudas, incluyo en mi lista las sonrisas de ambas. Por lo que ambas sonrisas encierran de mi País, al que amo y que me duele tantas veces.

Para leer a Dresser hay que pagar suscripción a reforma.com, así que, con respeto y empatía, me atrevo a reproducir algo de lo que escribe en su columna esta mañana, a partir de la sonrisa de Carmen Aristegui...

Esa sonrisa franca, abierta, luminosa, fresca, generosa. La sonrisa de alguien que entiende al periodismo como profesión enraizada en una posición moral. De alguien que mira a México tal como es y no puede evitar juzgarlo. De alguien abocada a construir un país donde también quepan los pobres. De alguien convencida de que la libertad existe, aunque tantos se empeñen en coartarla. Escéptica ante la autoridad, insaciable ante la información, imbuida por las ganas de empujar los límites de lo posible, comprometida con llevar la nota hasta sus últimas consecuencias, defensora del debate en todas sus formas. Empeñada en confrontar al poder con la verdad.

Y obsesionada con llamar a las cosas por su nombre. Marcial Maciel, pederasta. Mario Marín, confabulado. Arturo Montiel, corrupto. Elección del 2006, polarizante. Ley Televisa, vergonzosa. Suprema Corte, inconsistente. Palabras certeras, palabras duras, palabras incómodas. Palabras cuyo objetivo es generar un debate político genuino sobre los temas que afectan el presente y el futuro de México. Palabras necesarias en tiempos como éstos, cuando la corriente corre hacia una suave conformidad. Cuando el disenso se confunde con la subversión. Cuando las creencias de una persona pueden ser motivo de sospecha, como lo advirtió el titán del periodismo Edward R. Murrow ante el advenimiento del macartismo. […]

Lo que le ha ocurrido a Carmen Aristegui la trasciende; su futuro será una prueba para la democracia mexicana y su caso un síntoma de aquello que la aprisiona. La polarización política que aún persiste y que tanto los panistas como los lópezobradoristas se empeñan en perpetuar. Las ofrendas políticas que los medios parecen estar dispuestos a ofrecerle al Presidente y a quienes lo rodean. El servilismo de tantos que se acomodan para quedar bien con Los Pinos y sus habitantes. La falsa ingenuidad de comentaristas que niegan los vericuetos políticos de esta historia. Y los problemas estructurales que todo ello revela: un sistema político que con demasiada frecuencia sigue operando conforme a las prácticas del pasado. […]

Porque en palabras de E.B. White: "cuando hay muchos dueños, cada uno persiguiendo su propia versión de la verdad, nosotros podemos arribar a la verdad y albergarnos en su luz". Es sólo cuando hay un manojo de dueños que la verdad se vuelve elusiva y la luz palidece, como está ocurriendo hoy y como el caso de Carmen Aristegui ha evidenciado.

[…] Ningún gobierno debe existir sin críticos que acoten su actuación o sin contrapesos que lo contengan. El asunto de Carmen Aristegui revela por qué la estructura de los medios en México es tan disfuncional y debe ser revisada a través de una nueva legislación. Su sacrificio debe ser acicate para la acción y motivo para la reflexión. Porque la voz de Carmen Aristegui provee un apoyo crítico al proceso de construcción democrática. El espacio de Carmen Aristegui es una válvula de escape necesaria ante las presiones sociales que arrecian. El programa de Carmen Aristegui alberga la pluralidad combativa a la cual México debe acostumbrarse. Y bueno, su sonrisa es una razón más para seguir amando a la patria.

miércoles, 9 de enero de 2008

La W sin Aristegui

Lo reconozco en voz alta: la salida de Carmen Aristegui de la W, me entristece enormemente.

Cuando el viernes 4 descargué su programa como hacía diario desde que llegué a Barcelona, la escuché y desde lo poco habitual de su saludo me estremecí. Más tarde, cuando descargué su última hora de transmisión y la escuché, en varios momentos me emocioné hasta las lágrimas. (Yo sé que emocionarme hasta ese punto no es difícil, pero nunca me había pasando escuchando las noticias.) Las despedidas de sus compañeros hablaban por sí mismas. Desde un siempre contundente y claro Francisco Javier González, hasta un sorprendido y titubeante Jaime Albarrán, pasando por una entrañable Edith Gómez; en sus respectivos espacios siguieron desde Javier Poza hasta el equipo superviviente del Weso.

El luto ha seguido por días. Voces, sobre todo Plumas, que en muchos temas trascendentes suelen discordar fuertemente, estos días han aparecido unánimes en reconocer dos cosas: la enorme aportación que Carmen ha venido haciendo al periodismo mexicano y lo negativa que resulta su salida –esperomos temporal- para el equilibrio en la radio mexicana.

Recupero como muestra algunos fragmentos:

Katia D’Artigues, El Universal, 7 de enero. “Malas noticias primero. Como much@s, ando huérfana de noticiario matutino. Era un noticiario con muy buenos resultados de audiencia y también comerciales (algo que le faltó a José Gutiérrez Vivó, por ejemplo), dirigido por una periodista llamada Carmen Aristegui con agenda plural y mucha credibilidad. Entonces, ¿por qué sale del aire y una estación de radio —la XEW— decide no renovarle el contrato? ¿No suena ilógico, como balazo al pie? […] En fin. Elegante, Carmen decidió no dar entrevistas, anunciar con voz entrecortada que su plan para hoy, lunes en la mañana, era llevar a su querido Emilio a la escuela y escribir un artículo sobre la libertad de expresión.”

Miguel Ángel Granados Chapa, Reforma, 6 de enero. “[…] como nadie en los medios electrónicos, Carmen Aristegui encaró con dignidad y acusado profesionalismo los dilemas que ha planteado la crispación social presente en México desde 2005. Para los intereses dominantes en la comunicación y el poder político, la gallarda posición y la radical independencia de la periodista resultaban, ésas sí, incompatibles con su propósito de alinear la información de gran alcance a una visión conformista de lo que ocurre en nuestro país.”

Guadalupe Loaeza, Reforma, 8 de enero. “Algo que me maravillaba de la forma en que Carmen daba las noticias aparte de su objetividad era el respeto que siempre le manifestaba a su amplísimo auditorio. Nunca le sentí un tono paternalista, impositivo, ni mucho menos amarillista. Cuando se equivocaba, de inmediato reconocía su error; siempre estaba abierta para darle voz a aquellos que exigían una réplica respecto ya sea a denuncias o a dichos emitidos por algunos políticos; cuando analizaba un tema político o social, procuraba ir, invariablemente, hasta sus últimas consecuencias sin importarle el tiempo que le tomara; […] pero de todo lo anterior lo que más me llamaba la atención de Carmen era que en un país donde reina el fatalismo, el conformismo y el arribismo, ella fuera tan valiente. Por más que colaborara en una empresa como Televisa o Prisa, dos consorcios poderosísimos, jamás hizo a un lado sus convicciones, jamás optó por una actitud acomodaticia y jamás se contaminó por una línea editorial contraria a la suya propia.”

Salvador García Soto, El Universal, 5 de enero. “¿Por qué una empresa que tiene una barra de noticieros exitosa decide de pronto desmantelarla? ¿Cuál es el cálculo de despedir a conductores de renombre y que además le generaban a la empresa importantes ventas, para sustituirlos con espacios inocuos y conductores monótonos? ¿Cómo se decide fracturar, justo a punto de relanzarlo, al que dicen es su “programa estelar” y su “gran apuesta”? ¿Es totalmente casual que se deshagan de periodistas críticos y cancelen espacios donde se ejercía la crítica al sistema y al gobierno? Lo que en un principio parecieron hechos aislados o producto de “torpezas”, “descuidos” o “impericias” de sus directivos, podrían cobrar otro sentido y configurar un patrón que apunta claramente a una estrategia de desmantelamiento deliberado de un proyecto radiofónico que se fue volviendo incómodo para algunos sectores sociales y del gobierno.”

Germán Dehesa, Reforma. 7 de enero. “[…] los Reyes me han traído este año otro regalo nefasto: la desaparición del cuadrante radiofónico de mi amada Carmen Aristegui, para mi gusto, la voz más libre que quedaba en la radio mexicana.”

Germán Dehesa, Reforma, 9 de enero. “No entiendo. El grupo PRISA surge de una memorable aventura del derecho a la información en España; aventura que culmina con el periódico "El País" tan notable por tantas cosas, una de ellas su apertura informativa y su respeto a todas las voces. […] Ahora nos traen la noticia de la salida de Carmen Aristegui. Las razones que aducen para esto son todo lo contrario; son las sinrazones de la mentalidad franquista y las babosadas de aquél que sabe que no tiene por qué darle explicaciones a nadie. La empresa así lo decidió y a los macehuales sólo nos toca callar y obedecer. Olvidan que se trata de una concesión para dar servicio a la comunidad y que ésta ya no se halla en plan de callar y obedecer; queremos explicaciones razonadas, o en su caso, la reinstalación de Carmen, o lo que ella considere conveniente. Lo primero que tienen que saber los encomenderos hertzianos es que Carmen no está sola y que cada vez seremos más los que salgamos en defensa de sus derechos que son también los nuestros. Mi cuatacha Denise Dresser ya sacó también la armadura y la lanza y se dispone a dar la ruda batalla contra los dragones con PRISA. Creo que es deber de todos los verdaderos ciudadanos salir en defensa de todo lo que Carmen representa

Alvaro Cueva, Milenio, 6 de enero. Habrá sido por el vigor de Carmen, por la dualidad de administraciones o por lo que usted quiera, pero la señora Aristegui construyó un programa de radio increíblemente bueno y potente. […] El viernes pasado, Carmen Aristegui sorprendió al público despidiéndose al aire por diferencias editoriales con su empresa. […] Carmen Aristegui, como muchas figuras que usted conoce y admira tanto como yo, pertenece a otra escuela, pelea sola, no pueden jugar a hacerle la chamba a alguien más ni a doblar las manos para que el noticiario estelar se lleve las exclusivas que ella podría conseguir más rápido y mejor. Lo que sucedió el viernes pasado en W Radio es más importante de lo que parece, fue un choque más entre lo corporativo y lo individual, algo que también tiene que ver con las batallas que usted y yo libramos todos los días, algo como para ponerse a pensar largo y tendido.


Con frecuencia no coincido yo mismo con algunos de los columnistas que aquí aparecen. Sin embargo, no dejo de leerlos siempre que puedo, porque creo en la pluralidad. Y es eso lo que admiro desde hace mucho tiempo en Carmen. Su capacidad de ser una ventana para voces distintas. La forma en que encarna la pluralidad en un México tan complicado. No voy a decir que admire su objetividad, pues siempre he creído que eso no existe en el periodismo más que como aspiración o tendencia. Pero es que incluso en esa aspiración, su conducta ética, el ejercicio cotidiano de su labor, daba muestra de una búsqueda incansable por permitir que se escuchen todas las voces y dejar que quien la escuchaba se construyera una verdad propia.

Cierto es, como dijo Brozo a Loret de Mola en Radio Fórmula, que muchos están aprovechando esto para colgarse de ahí y sacarle provecho… Ya poco a poco las cosas tendrán que acomodarse, y yo espero que donde Carmen reaparezca, haya modo de escucharla desde acá.

Mientras tanto, como Guadalupe Loaeza, “no me hallo”, pues, como escribe Katia D’Artigues, ando “huérfano” de noticiario.

domingo, 6 de enero de 2008

El paso de los Magos de Oriente

La tarde de este sábado 5 llegaron al puerto los Reyes Magos de Oriente. Tras ser recibidos por las autoridades locales, y cun algo de retraso de acuerdo con el programa oficial, arrancaron en el Parc de la Ciutadella, muy cerca de donde vivo, su Cabalgata por la ciudad, hasta la Plaza de Espanya, al pie de Montjuïc.


El morbo -o la falta de otra cosa qué hacer- me llevó al cruce de la Vía Laietana con la Plaza Urquinaona. Cientos de personas se fueron congregando con el paso de los minutos. A lo largo de la avenida sin duda fueron miles.

Niños de distintas edades, españoles reconocidos como tales por la ley, y otros tantos nacidos en territorio español de familias procedentes de Europa del Este, América Latina, África y Asia. Algunas familias con sus escaleras para ganar unos centímetros. Todos ansiosos por ver pasar a sus majestades. Majestades celebradas con entusiasmo en tierras donde la realeza sigue teniendo presencia.

La espera fue larga y el paso de los magos fugaz. Pero los niños sonreían. En chino, en árabe, en castellano, en catalán, celebraban con sus familias el acontecimiento. El saldo, al menos en la zona que anduve, blanco. Algunos golpes en la cabeza, atestados por caramelos desviados en su trayecto de los carruajes a manos de los niños. A la retaguardia del desfile, los carros llevando el carbón recibían abucheos. Y los servicios de limpieza de la ciudad, como siempre, dando una primera pasada conforme la cabalgata se alejaba.


Eso sí. Las roscas en los hornos y los aparadores no lograron conquistarme. Muy lejos de las roscas que durante tres décadas he comido en México. Así que me quedé extrañando la rosca de Panmex o, peor aún, la que este año preparó mamá. (Gracias ma por el trozo que me cuentas congelaste. Ya espero el verano para deleitarme.)

Esta mañana, domingo 6, salí como cada domingo al parque. Cosa curiosa... menos niños que de costumbre. "Claro", recapacité, "seguro están jugando en casa con sus regalos de reyes, el Wii, el XBox, el Nintendo".

Mañana amaneceremos con las rebajas. A desquitar lo que haya dejado en las loterías el "sorteo del Niño".

sábado, 5 de enero de 2008

El escenario de la nostalgia

De pronto la ciudad vuelve a ser el encantador escenario de la nostalgia. Incluso ahora con un poco más de intensidad. Antes el vacío no tenía referente. Hoy estás en cada calle, en cada estación del metro. Le das un toque distinto, sin duda. Busco dentro la capacidad para transformar cada visión en un poco de fuerza. Si lo logro, podré enfrentarme a lo que sea.


El hecho es que aquí vamos, listos para un año que a pesar de la distancia se antoja estupendo. Ojalá así sea, y podamos acompañarnos en la travesía.

martes, 1 de enero de 2008

Para iniciar 2008


Inicia 2008. Año que se antoja lleno de desafíos, pleno de ilusiones. Desde ya vamos construyéndole con pasión, con entrega. Para ti, los mejores deseos. Sobre todo, que encontremos todos la claridad suficiente para concretar en hechos las infinitas potencialidades del nuevo año.

(La imagen está tomada en Madrid, en la Puerta del Sol, la noche vieja, minutos antes de las doce campanadas.)