Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Último miércoles

En los últimos años, llegado el mes de julio, mi trabajo me exigía dirigir unas palabras a los chicos que en aquel momento concluían sus estudios de secundaria o preparatoria. Normalmente, como en cualquier contexto que implicara que diese yo algún mensaje, procuraba construir un texto especial, único, para cada ceremonia. Desde que estudiaba el bachillerato, siempre he aborrecido a los directores y rectores que reciclan sin cesar sus palabras. Como el destinatario particular al que van dirigidas varía cada curso, estos personajes parecen olvidar que alrededor nos encontramos otros receptores, que una y otra vez nos fletamos sus anécdotas como si realmente hablaran de algo que les sucedió la tarde anterior.

Sin embargo, pese a mis esfuerzos por variar un poco las cosas, reconozco que en un par de ocasiones me sentí en la necesidad de repetirme, considerando que era imprescindible recurrir a un breve texto de Michael Ende que, desde que leí por primera vez —hace más de una década— me dejó marcado por su contundencia. Palabras que a lo largo de todo este día —y que seguramente a lo largo de lo que resta de la semana— me han dado vueltas en la cabeza una y otra vez.

Como en este momento mi ejemplar de Carpeta de Apuntes (tal es el título del libro donde aparece el texto en cuestión) se encuentra en la Ciudad de México, me puse a explorar el disco duro y encontré los dos discursos en los que parafraseé a este escritor alemán. 

Comparto aquí el fragmento final de uno de estos discursos, pues hoy, a cinco días de volver a México, adquiere un sentido especial para mí.
La vida está hecha de ciclos… de principios… de finales. A lo largo de nuestras vidas, pasamos por millones de acontecimientos. Muchos de ellos parecen repetirse, o al menos se parecen entre sí. Otros, se nos esfuman en segundos. 

Y a veces no sabemos que algo está sucediendo por última vez. Caminas por una calle que nunca volverás a cruzar; te encuentras con alguien a quien no volverás a ver.

Un escritor alemán, Michael Ende, autor de La Historia Interminable, escribió en una ocasión que, de alguna manera, todo lo que hacemos sucede por última vez. Cada momento es único; aunque otros se le parezcan, no se repetirá nunca.

¿Te has fijado que en cierto modo siempre es "la última vez que"?

Te pregunto, ¿no crees que si supiéramos muchas veces que “ésta” es la última vez, valoraríamos más cada instante? 

Un día alguien cruza la puerta sin decir adiós y… nunca regresa. Un día te vas pensando “mañana le digo lo que siento”… y “mañana” nunca llega.

¿No crees que podemos darle un nuevo sentido a cada momento?

Hoy estás ante una de esas últimas veces que es imposible ignorar. 

No la desperdicies. 
Apunte. Al releer ambos discursos, recuerdo por qué en ambos decidí hacer esta referencia: se trataba de mi último discurso de graduación en las dos escuela, aunque los alumnos y profesores no lo sabían. En ambos casos, yo había presentado ya mi renuncia y había sido aceptada. Era sólo cuestión de días para que el cambio de estafeta se concretara. De ahí el sentido tan peculiar que tenía para mí incluir en estos discursos la idea de hacer algo "por última vez".

3 comentarios:

Jacka [Killer Queen] dijo...

Curioso es como llegan a nosotros ideas, palabras, reflexiones, pensamientos, que uno (sin saberlo) necesita.

Así ha sido tú "Último miércoles" para mí. Gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

michael ende nos hace incorporarnos al instante, despues nos hace sacudirlo cuestionandonos todo, y despues nos da una escoba y nos dice: a cada paso una inspiracion a cada inspiracion una barrida... me acuerdo la primera vez que me dejaron en la primaria leer una novela de libre eleccion... te elegi a ti para aconsejarme para este momento tan importante...y fue el ponche de los deseos que cayo en mis manos y que me fundiria en el universo interminable de michael ende...gracias

ErnestoPC dijo...

Hey Jacka! De nada! Es muy cierto lo que dices. Esas ideas que andan por ahí, "flotando", se nos cruzan a veces muy oportunamente. Es curioso cómo en ocasiones nos convertimos en vehículos para facilitar su traslado. :)

Pequeñuela! Mira qué recuerdos!!! No deja de sorprenderme la memoria que tienen mis hermanos. Veo claro que están ahí para recordarme lo que yo soy incapaz de evocar. Y esa imagen que citas, ufff... del entrañable barrendero amigo de Momo, no? Un besote!!