Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

lunes, 3 de noviembre de 2008

Epitafio

La fecha señalada por la convocatoria era el domingo. Mi compromiso había sido cumplir el reto ayer lunes. Y aunque la fecha en la entrada marca 3 de noviembre, para mí es ya martes 4. Y aquí estoy, librando algunas dificultades para sacar esto adelante. Y no por falta de inspiración, sino porque al postergar la publicación de mi propuesta de epitafio, abrí la puerta a que se acumularan cosas y, dado el vaivén de ideas que ya más o menos se me conoce, ando medio atorado con eso. Y para colmo, mi red colapsó después de la una de la mañana que estaba ya casi listo, pero parece que el asunto está resuelto después de unas horas. Aquí va, pues.

Al comenzar a imaginar frases y palabras para el dichoso epitafio, me enfrenté a una enorme dificultad. En general, entiendo la idea del epitafio como aquello que me gustaría ver sobre la lápida en función del proyecto de vida a largo plazo que uno se va trazando; una frase que sintetiza nuestros anhelos sobre el futuro visto a través de los ojos de nuestro presente. Cuando el proyecto a largo plazo no es tan claro o tan preciso, el ejercicio empieza a complicarse. Se corre el riesgo de quedarse en un "fue feliz" con todas sus variaciones. ¡Y ese "fue feliz" no sería poca cosa! ¡Al contrario! Sin embargo, para efectos de este reto me parece evidentemente trivial.

El hecho es que mi incapacidad actual para tener claro un ideal definido sobre el futuro, me condujo a pensar un epitafio echando un vistazo hacia atrás. La pregunta que uno se hace en ese ejercicio es quizá más dura, más cercana: ¿que diría ese epitafio si tuviese que ser redactado hoy? La pregunta es sencilla en cuanto a la posibilidad que todos tenemos de, con mayor o menor detalle, hacer un recuento de lo vivido. Al menos en teoría. Pues el futuro es incierto mientras que el pasado ya ha sido –y si alguno tuviese duda, no le será difícil hallar marcas que ha dan suficiente cuenta de ello–.

Me arriesgo a elaborar este epitafio siguiendo la segunda idea, a la luz del 3 de noviembre de 2008:
Aquí yacen los restos de un hombre que se llevó consigo infinidad de deudas. Un hombre que recibió mucho y no siempre supo agradecerlo. Un hombre que fue sin duda amado por muchos y no siempre supo mostrar su amor. Un hombre al que le fueron dados numerosos dones y no siempre supo aprovecharlos. Pero que, pese a sus evidentes imperfecciones, se esmeró cada día por ser feliz a través de la felicidad de aquellos que lo amaron y aquellos a quienes amó sin importar si eran necesariamente los mismos. Y por ello hoy es posible decir que descansa en paz. Quienes le conocieron en esta vida, saben que aún estando en la siguiente no cesará de buscar el modo de pagar cuanto aún deba.

PD. La imagen sobre estas líneas muestra el altar que improvisamos mi hermana y yo en el escritorio de mi habitación. Durante su travesía, ella ha llevado consigo algunos objetos de la abuela (unos dedales y un pañuelo) que hemos aprovechado para dedicarle nuestra ofrenda. Hemos puesto algo de la comida mexicana que todavía me queda en las reservas. Las calaveras fueron una locura, jaja. La "parejita" la dibujó ella sobre cartón. La de la derecha está hecha por su servidor en uno de esos arranques de creatividad, utilizando lo primero que se me atravesó: una fibra-esponja para lavar trastes, jajaja.

PD2. Parte del retraso en la publicación de esta entrada radica en que esta noche, acompañado de la Tía Coccinelle y aprovechando que el lunes es día del espectador en los Verdi (algo así como el cine-miércoles mexicano), me lancé ¡por fin! a ver VickyCristinaBarcelona, la película más reciente de Woody Allen. No exagero si digo que salí cautivado. No paré de reír, de emocionarme, de divagar, de volar, de confrontarme... caray... simplemente no me esperaba el nivel de genialidad que me encontré. Definitivamente al cineasta neoyorquino le sientan muy bien los aires europeos. Como uno de los seres trasformados y trastocados por esta ciudad, estoy obligado a un comentario más extenso sobre la peli. Lo tendré listo en la semana. Por lo pronto, estoy obligado a decir una cosa: ¡Woody Allen es graaaande!

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