Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Política y Poesía

La «cosa-pública» es una de mis debilidades: uno de esos intereses que pesan poderosamente en mi vida, aunque no he tenido la oportunidad de explorarla y profundizar en ella como quisiera. Quizá por eso no acostumbro hablar de política, aunque soy capaz de pasar horas aprendiendo y divagando sobre ella. En particular, salvo por conexiones muy sutiles y necesarias, he evitado usar este medio para hablar de política. Pero hoy me resulta inevitable romper esa regla. Parecerá un lugar común. (¡Y no sé qué tenga de malo eso!) Desde hace horas, seguramente, en miles y miles de páginas como ésta se están publicando entradas que hablan del tema. 

Es sabido que la elección que ayer culminó en los Estados Unidos de América, ha sido acompañada por la mirada del mundo entero desde las campañas internas de los partidos. Desde esa temprana hora, como millones de quienes fueron teniendo la oportunidad de escuchar a través de algún medio la voz de quien será el próximo presidente de aquella nación, sentí una emoción muy particular ante sus palabras. Me parecía evidente -como a millones de personas, es claro- que la inspiración de aquel sujeto no apelaba a la razón: se dirigía a fibras más profundas en nuestros tejidos. (Algunos dirán que se trata de fibras de menor valor, cuando lo que cuenta es sólo la razón. Difiero por completo.) Con el tiempo la poderosa herramienta de su "credo" empezó a generar un efecto en cadena como pocos se han visto en nuestros tiempos. ¿Como ignorar que la "poesía" que imprimió a su discurso hizo posible convertir una arenga en canción

Cierto que mucho hay de construcción en ese discurso; cierto es también que la estrategia de comunicación fue impecable y precisa en todo momento para acompañar sus palabras; cierto que la tecnología jugó un papel fundamental para alcanzar nuevos votantes. Pero todo eso funcionó al grado que funcionó, me parece, por una razón muy sencilla: la gente necesitaba esa "poesía" y este hombre ha sido capaz de ofrecerla. 

En un mundo convulsionado, donde la racionalidad y el individualismo extremo nos tienen en la lona y con la cuenta atrás, escuchar una palabra inspirada parece música. Cierto. El mundo es gobernado ya por intereses que rebasan a las figuras particulares. Pero cierto es también que un pueblo con inspiración es capaz de moverse, de transformarse. En su discurso de hace unas horas, el candidato electo dice a sus seguidores, palabras más palabras menos: «No tomará un año, posiblemente no nos tomará ni siquiera una administración, pero lo lograremos». Puede que ni siquiera un segundo periodo sea suficiente para cumplir ciertos sueños del pueblo americano (que queramos o no terminan incidiendo en los sueños del mundo entero, sujeto tantas veces a sus caprichos y vaivenes). Pero si ese pueblo -como también todos en lo nuestro– es capaz de creer auténticamente en sí mismo y en sus posibilidades, el mundo puede ser otro. 

El discurso de Barak Obama celebrando su victoria anoche, evidentemente, no tiene un segundo de desperdicio.


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Adenda. El discurso del senador McCain admitiendo su derrota también es digno de ser escuchado: por su caballerosidad, su humildad; por la elegancia que refleja su llamado de unidad.

Al margen. Hoy planeaba publicar mi reseña sobre Vicky Cristina Barcelona, pero es evidente que me ganó el entusiasmo ante el discurso de Obama. Será mañana.

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