Primera confesión: Nunca imaginé que me resultaría tan intensa la nostalgia de pasar -por primera vez según mi memoria- la noche del 15 de septiembre lejos de mi país. Nunca había sentido ganas de gritar tan alto y con tanta fuerza ¡Viva México! Quizá por eso, al poco de estar en la plaza, dejé que corrieran unas lágrimas.
Minutos antes de las once de la noche cesó la música festiva y se escuchó el Toque de Bandera, para que el lábaro patrio, escoltado por mariachis, fuese recibido por el Cónsul de México en Barcelona, quien subió al balcón para invocar a los héroes y provocar los "vivas" de la multitud que nos habíamos congregado. Vino el Himno Nacional y se arrancaron los mariachis.
Minutos antes de las once de la noche cesó la música festiva y se escuchó el Toque de Bandera, para que el lábaro patrio, escoltado por mariachis, fuese recibido por el Cónsul de México en Barcelona, quien subió al balcón para invocar a los héroes y provocar los "vivas" de la multitud que nos habíamos congregado. Vino el Himno Nacional y se arrancaron los mariachis.
Segunda confesión: Tanto minutos antes de que se celebrara el ritual, como durante la arenga y ¡por supuesto! la interpretación de nuestro Himno, no paré de llorar. Sentimientos muy encontrados. Quizá las líneas que siguen ayuden a explicarlo.
Había a mi alrededor todo tipo de mexicanos… pero predominaban claramente cientos de jóvenes. No dudo que algunos anduviesen turisteando pero, la mayoría, seguramente viven –estudian y/o trabajan– aquí. Lo paradójico, es que esos mismos que –con "la verde" bien puesta, tequila en mano y con bandera atada al cuello o en cualquier otro lado– respondían alegremente cada ¡viva!... esos mismos, al día siguiente -como seguramente el día anterior- andaban ya por ahí renegando de su país y agradeciendo estar lejos, con ganas de no volver. Parece que el "¡viva!" está bien para una cerveza o para entonar una ranchera con el mariachi a lado… pero nada más.
No me quedé mucho tiempo. Me agobió pensar en esa paradoja de nuestro pueblo que –si acaso- celebra e identifica a su Patria con el jolgorio, pero que se resiste al compromiso con su Tierra; que define a México por el folclor, su comida, sus fiestas, su música, sus paisajes… olvidando que México somos cada uno de los que por alguna u otra razón somos mexicanos y, como tales, herederos de un legado y garantes de un futuro.
Para rematar… Tercera confesión: Me fui a dormir… entusiasmado por la necesidad de contagiar mi amor a México. Orgulloso de mi Patria. A primera hora de la mañana siguiente, como todos los días, revisé en internet los portales de varios diarios mexicanos. Apenas habían pasado un par de horas de la tragedia en Morelia, Michoacán. Y otra vez, lloré un rato.
Hoy es día 17 y ha sido un muy buen día. Hago frente al dolor y a la confusión con entusiasmo, con ese patriotismo que algunos tachan de anticuado. Porque así soy. Porque me da la gana. Porque se me llena la cabeza de ideas. Y porque, como diría la canción, me muero por volver. Entre tanto, aquí voy, trabajando para, desde mi espacio -y seguramente contigo-, seguir construyendo.
Había a mi alrededor todo tipo de mexicanos… pero predominaban claramente cientos de jóvenes. No dudo que algunos anduviesen turisteando pero, la mayoría, seguramente viven –estudian y/o trabajan– aquí. Lo paradójico, es que esos mismos que –con "la verde" bien puesta, tequila en mano y con bandera atada al cuello o en cualquier otro lado– respondían alegremente cada ¡viva!... esos mismos, al día siguiente -como seguramente el día anterior- andaban ya por ahí renegando de su país y agradeciendo estar lejos, con ganas de no volver. Parece que el "¡viva!" está bien para una cerveza o para entonar una ranchera con el mariachi a lado… pero nada más.
No me quedé mucho tiempo. Me agobió pensar en esa paradoja de nuestro pueblo que –si acaso- celebra e identifica a su Patria con el jolgorio, pero que se resiste al compromiso con su Tierra; que define a México por el folclor, su comida, sus fiestas, su música, sus paisajes… olvidando que México somos cada uno de los que por alguna u otra razón somos mexicanos y, como tales, herederos de un legado y garantes de un futuro.
Para rematar… Tercera confesión: Me fui a dormir… entusiasmado por la necesidad de contagiar mi amor a México. Orgulloso de mi Patria. A primera hora de la mañana siguiente, como todos los días, revisé en internet los portales de varios diarios mexicanos. Apenas habían pasado un par de horas de la tragedia en Morelia, Michoacán. Y otra vez, lloré un rato.
Hoy es día 17 y ha sido un muy buen día. Hago frente al dolor y a la confusión con entusiasmo, con ese patriotismo que algunos tachan de anticuado. Porque así soy. Porque me da la gana. Porque se me llena la cabeza de ideas. Y porque, como diría la canción, me muero por volver. Entre tanto, aquí voy, trabajando para, desde mi espacio -y seguramente contigo-, seguir construyendo.
4 comentarios:
Hola mi querido Ernesto, hijole si con Lau me emocioné contigo quedé más nostálgica d elo que ya me sentía..yo también confieso que lloré de la frustración y del miedo, y porque me duele muchísimo que en medio de tanta belleza nuestro país se esté cayendo en mil pedazos...Hace años cuando estuve en los estates, una d emis compañeras de clase era una colombiana que había salido de Colombia porque habían querido secuestrarla, y yo le dije: Oye que mala onda, gracias a Dios en México eso no pasa, allá somos libres y no andamos pensando en secuestros, drogas y violencia........Plop, esas palabras salieron de mi boca hace ocho años, un año 2000 en donde México estaba orgulloso porque por fin había habido un cambio....me pregunto si ese cambio nos ayudó??????
Y no sé que sentiste tú al ver salir como "chacha" por la puerta de atrás(como dicen algunos") a Fox, y a un felipe con cara de "ay nanita la ranita" al recibir al México que ya empezaba a caer.....
Para mí fue de lo más triste y patético, y aunque también voté por AMLO, creo ahora que ni el hubiera sido lo mejor...que horror¡¡¡¡¡
Ya no hay ídolos, ya no hay ningún Miguel Hidalgo, ni un Morelos ni una Josefa Ortíz...Qué nos paso??????
Nosotros los mexicanos hemos perdido nuestra identidad y nos comportamos como avestruces, metiendo la cabeza en el hoyo para no ver la destrucción de afuera.........
Que viva México CHingaosssssss¡¡¡¡¡
Híjole, tu post igual me hizo recordar la vez que canté con más corazón el himno nacional y fue precisamente cuando pasé mi primer 15 de septiembre fuera del país. Tenía una sonrisa en los labios, lágrimas en los ojos y el pecho lleno de orgullo.
Tenemos que levantar este país de alguna manera...
Muchas cosas me vienen a la cabeza, mi querida Y... Algunas logro plasmarlas en la entrada que publiqué hace un rato, y en la que incorporo algo de mi sentir después de leerte y leer a varios colegas blogueros, y charlar con mucha gente. Lo cierto es que más vale que pongamos la frente en alto y no olvidemos el compromiso inmenso que tenemos con nosotros mismos: ser felices.
Y bueno, Amaya, eso del Himno es para mí siempre un acontecimiento. Yo no sé la verdad de dónde me viene, pero cada que lo escucho me emociono. (Y mira que llevo años sin perder el ritmo, pues cuando estoy en México cada lunes en el colegio tengo oportunidad de entonarlo).
Saludos a Coatza y a la Perla Tapatía...
Hola!
Que cagado, yo también estaba en la misma sintonía reflexionando sobre el sentimiento patriótico. Me gustó el post, de hecho me inspiró a escribir algo yo también en mi blog (alex-buenrostro.blogspot.com) Te mando un abrazo,
Alex.
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