Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

lunes, 29 de septiembre de 2008

De Fiesta Mayor

El 24 de septiembre se celebra la Fiesta Mayor de esta ciudad, por ser día de la Virgen de la Merced, patrona de la Diócesis de Barcelona. En realidad, se trata actualmente de un festival de fiestas... Las celebraciones oficiales arrancaron el viernes 19 y concluyeron apenas ayer, domingo 28. A lo largo de estos días, coinciden celebraciones religiosas, tradiciones paganas, espectáculos artísticos y un gran número de actividades de todo tipo.

Hace un año mi llegada coincidió justamente con estas fiestas. En aquella edición tuve oportunidad de asistir a diversas actividades, centrándome en algunas de las más tradicionales como el pregón, los desfiles de gigantes y el corre-foc, y abriendo espacio para otras como el festival de pirotecnia, números circenses en la Ciutadella o conciertos de música en las plazas.

Esta vez hubo oportunidad también para ver de todo un poco: desde contemplar por fin a los castellers de distintos barrios formando imponentes torres humanas, hasta el majestuoso espectáculo Piromusical -un impresionante espectáculo de fuegos artificiales bailando al compás de la música y acompañados de la Fuente Mágica, que reúne a miles de personas al pie de Montjuïc cada año; uno de esos despilfarros de pólvora que algunos países de temperamento menos festivo y mayor conciencia ecológica no se permitirían-. En la música, pude escuchar desde conciertos de jazz en la quietud del Parc de la Ciutadella hasta la euforia de Siniestro Total en la Plaça Reial. En fin, de todo un poco, como se ve. 

Entre toda esa variedad, este año me di también un tiempo para conocer por fin a la causante de estos desmanes, la Virgen de la Merced. La visité justo la tarde que abandonó temporalmente su morada, a unas calles de La Rambla y otras tantas del Passeig Colón, para recorrer las calles de la ciudad.

Finalmente, ayer domingo acudí a una de las actividades de cierre de las fiestas, la Fiesta del Cielo: un despliegue de arrogancia propio de nuestros días: naves de las fuerzas aéreas haciendo piruetas durante largas horas de cara a la fachada marítima de Barcelona, derrochando litros y litros de combustible para el goce de centenares de familias congregadas en las playas.

Dios mediante en septiembre de 2009 estaré por acá para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados. Espero entonces no viajar solo. Y disfrutar una vez más de estas largas, alegres y variopintas fiestas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Cuatro micro-reseñas

Dos de mis temas pendientes tienen que ver con cosas que he hecho durante esta segunda estadía en Barcelona. Por un lado, mis visitas a algunas exposiciones y, por otro, diversas actividades en torno a las fiestas de la Mercè. Me ocuparé hoy de las primeras.

A los pocos días de llegar, me lancé a pasar nuevamente una mañana en el MACBA, Museu d'Art Contemporani de Barcelona (la primera fue en junio, antes de viajar a México). Esta vez pasé la jornada recorriendo Disidanzas, una genial retrospectiva (la primera, según dicen) de la obra de Nancy Spero, pionera del arte feminista. Una exhibición sin desperdicio. Sus trabajos orientados a recuperar el lenguaje del cuerpo femenino resultan estremecedores y apasionantes.

Al día siguiente teníamos día festivo en Catalunya y me di una nueva escapada al Museu Nacional D'Art de Catalunya, MNAC, aprovechando que había jornada de puertas abiertas (o sea, se entra gratis, pues). Esta vez visité en sus últimos días una exposición desarrollada por el MNAC en colaboración con el Tate Modern de Londres, en torno a tres polémicos personajes: Marcel Duchamp, Man Ray y Francis Picabia. Tuve oportunidad de contemplar, entre muchas otras cosas, el mingitorio y la Gioconda con bigotes que tanta fama han dado al primero, una amplia serie de provocadoras fotografías del segundo y un sinnúmero de ocurrencias del tercero.

La semana siguiente, con mi Articket (boleto que incluye la entrada a seis recintos culturales de la ciudad) en mano, conocí por fin el Museu Picasso, ubicado en el encantador barrio gótico. El museo es relativamente pequeño pero merece la pena pues permite al visitante acercarse al joven Picasso y entender un poco los orígenes del Picasso que todos ubicamos. Pude visitar además una excelente exposición temporal titulada Olvidando a Velázquez. Las Meninas. Se trata de una exhibición que gira alrededor de la mítica obra de Velázquez y el estudio que en 1957 Picasso desarrolló en torno a ella. El montaje se complementa con acercamientos y exploraciones que diversos artistas plásticos han generado a partir de Las Meninas.

Finalmente, mis visitas culturales del mes remataron esta semana con Spots Electorales. El Espectáculo de la Democracia en la TV mundial desde 1989, que en estos días concluye su exhibición en el Palau de la Virreina. Se trata de un montaje multimedia construido a partir de una colección de 2,800 spots electorales de 70 países. La exposición tiene como eje 300 spots agrupados por categorías. Algunos se van proyectando pequeñas salas con grandes pantallas y otros en monitores individuales. Una sección de ordenadores permite a los que tengan más tiempo sentarse a explorar la base de datos completa, siguiendo criterios como año, país, tema, tipo de elección, etcétera. 
Se trata, sin duda, de un poderoso pretexto para la reflexión. Entre las conclusiones evidentes para cualquier visitantes, está la uniformidad, la semejanza llevada al absurdo... La tele-democracia termina usando un lenguaje absolutamente globalizado, universal. Todos, sin importar la orientación ideológica, terminan diciendo lo mismo. ¡Y pensar que a partir de esos mensajes se ganan hoy unas elecciones! El lenguaje de la tele-democracia, de la video-política, del homo-videns del que habla Sartori... ¡es un lenguaje tan pobre! Y constituye el pan nuestro de cada día. Vaya cosas. Sin duda, un deleite de exposición, a la cual también entré de gorra, pues durante las fiestas de la semana pasada la Virreina abrió sus puertas sin cobrar entrada.

Así van las cosas. Me quedan algunos pendientes sin duda. Me falta conocer la Fundació Joan Miró y visitar alguna exposición en el CCCB. En cuanto eso suceda espero estarles relatando algo.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Cerrando el tema del Starbucks...

Estaba pendiente agregar un par de notas a la reciente entrada sobre el Starbucks salvavidas. Decía en ese momento que encontré el video de una charla del autor del libro en cuestión ante empleados de Google. La plática dura 30 minutos. Y creo que si bien no es necesariamente una joya de la oratoria, sí es una buena pauta pa' pensar en dos o tres cosas. (Pienso en los cientos de minutos que desperdiciamos diariamente en tantas cosas, que me pregunto qué tanto es media hora en medio de la semana.) Comparto entonces algunos comentarios de lo que en su momento me pareció interesante o llamó mi atención de la charla.

- La evidente actitud de agradecimiento que asume el sujeto ante su auditorio desde el inicio. (Puede ser parte del show, puede ser que se tomó muy en serio "el secreto", o puede ser que sea un auténtico sentimiento. El hecho es que mostrar agradecimiento es una constante en su presentación, con particular fuerza durante los primeros cinco minutos.)

- En en minuto 13'30'' hace una referencia interesantísima a su encuentro con uno de sus nuevos compañeros de trabajo... Un chico que, además, será responsable de su entrenamiento. Uno de esos que, según sus propias palabras, en su "vida previa", de toparse con él en la calle habría tratado de evadirlo. Y agrega segundos después que algo que le sorprendió en ese momento fue que la reacción del chico al momento de conocerle dejaba ver que creía en él, en su capacidad para enfrentar ese nuevo trabajo.

- En 16'50'' narra algo genial... ¿Por qué en Starbucks se plantea un procedimiento tan elaborado para pedir un café? Sabrá Dios si lo que cuenta sea real, pero la explicación me encanta. (Y eso que, como pueden acreditar quienes me conocen bien, no soy fan ni cliente frecuente de Starbucks.)

- En 20'20'' hace una excelente referencia al problema que padecemos hoy día definiéndonos solamente a través de nuestro trabajo. Y empieza ahí la conexión explícita con la felicidad, que me encanta sobre todo cuando llega a...

- ... El minuto que más me gusta: de 21'30" a 22'30": la felicidad de recuperar la vida propia y al mismo tiempo saberse útil. Suena sencillo pero evidentemente es un principio muy poderoso.

Cierto que la presión que recibimos a diario y desde pequeños en todos lados, nos empuja a ir a más, querer más, no conformarnos con nada... y sobre todo en el ámbito material y laboral. Pero al menos yo en estos últimos años he aprendido una lección como la de nuestro amigo del Starbucks: no me importa un comino ser un "mediocre" desde la perspectiva material y profesional de la mayoría. Hace unos tres años que comencé mi proceso de decrecimiento. Y eso de ninguna manera me quita el sueño. Muy al contrario... Llevo poco más de un año durmiendo más tranquilo que nunca, recuperando mi vida y sabiéndome útil.

Aquí está el video de la media hora...


Apunte. En el último minuto un chico le cuestiona sobre el compromiso de Starbucks más allá de sus sonrisas y buen trato, y lleva el comentario al tema del porcentaje de café de Starbucks que es producto de comercio justo. Obviamente Gates Gill no es quién para responder semejante pregunta. Él es un empleado más en una sucursal. Pero la pregunta del joven de Google es muy interesante puesta en contexto y da para rato. Cuando uno ve a la empresa en perspectiva, es evidente que no necesariamente cree en la filosofía que su empleado-escritor ha elaborado. Resultaría revolucionario que lo hiciera. Y más todavía que actuara en consecuencia, buscando realmente construir condiciones para que aquellos vinculados con su organización pudieran realizarse en sus entornos, sin necesidad de aspiraciones y sueños-americanos impuestos.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Doble vida

Estos han sido días de intenso ajetreo. Mi doble vida está resultando productiva y amena, pero también desgastante. Septiembre ha resultado además ser un reto particular. Mes de fiestas aquí y allá, que me dejan viviendo extraños cruces de puentes que se suman a mis dobles horarios. En una semana laboral normal, mi doble vida significa que durante la mañana y hasta las dos de la tarde, aproximadamente, vivo en Barcelona desarrollando mis trabajos de investigación para el doctorado. Y de las dos en adelante (que puede ser hasta las once de la noche o a las tres de la mañana) vivo el horario del colegio, en México, alternando proyectos académicos de aquí y de allá. Esto se complica cuando resulta que aquí y allá hay puentes, y de pronto ya no sé en qué día vivo. Así que estos han sido, pues, días pesados pero con un indudable balance positivo.

Todo esto para decir que hoy es día de fiesta mayor en Barcelona. Y toda la semana ha sido de festejos y actividades por doquier. Debo para variar muchas entradas a este blog. Pa' que el que no tenga mucho qué hacer me lleve la cuenta: queda un asunto del Starbuck salvavidas pendiente, están mis visitas a algunos museos de esta ciudad (en particular, una sobre una interesantísima exposición sobre spots electorales), están los apuntes sobre las festividades tradicionales (y las no tan tradicionales) de la Mercè, y queda también por tocarse el tema de las muchas lecturas que he venido haciendo en estas semanas, y sobre las cuales me encantaría decir dos o tres palabras.

Mañana me arranco con todo esto. Prometido.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Claves para vivir feliz

Buscaba simplemente un poco de espacio, aire libre. Así que salí a caminar desde casa, en el barrio de Gracia, hasta Plaza Catalunya, en el centro. En el camino entré a un par de librerías, aprovechando sus techos para refugiarme de la copiosa lluvia que comenzaba a caer. En uno de estos locales, un título capturó de inmediato mi atención: Cómo Starbucks me salvó la vida, de Michael Gates Gill, editado en España por Urano. Era evidente que estaba ante el típico best-seller en la línea de superación personal, pero no pude resistir la tentación y eché un vistazo a la contraportada y las solapas:
Cómo Starbucks me salvó la vida es la fascinante historia real de un hombre rico que un buen día perdió cuanto poseía para reencontrarlo a través de la sencillez y la austeridad.

Michael Gates Gill, hijo del conocido periodista norteamericano Brendan Gill, lo tenía todo: una hermosa casa, una familia que lo amaba, un magnífico empleo como director creativo en una importante agencia publicitaria… En poco tiempo, fue despedido de su trabajo, un desliz amoroso hizo que su mujer lo abandonara y le fue diagnosticado un tumor cerebral. A punto de hundirse y al borde de la ruina, alguien le ofreció casi por casualidad un empleo en una cafetería Starbucks. Se trataba de Crystal, la gerente, una mujer singular que no sólo iba a convertirse en su jefa sino que estaba a punto de ayudarle a contemplar la vida desde una perspectiva totalmente distinta. Gates pronto vería cómo la nueva situación le brindaba una oportunidad única de superar prejuicios, sentir auténtico respeto por sí mismo y por los demás, liberarse de la necesidad de llegar más alto, aprender a valorarse por lo que era y no por lo que tenía… Fuera del mundo artificial y competitivo en el que había habitado hasta entonces, pudo acceder, por primera vez, a su verdadero yo.
No compré el libro. Y sin embargo, aún sin haberlo leído, puedo decir que la esencia del mensaje que parece enviar -muy a su manera, seguramente- me encanta. En cierto modo me parece que plantea algo que yo mismo he venido descubriendo a lo largo de un año: lo sano que resulta desprenderse de ciertas cuestiones materiales, de esas absurdas ideas de siempre querer tener más, porque si no uno es un mediocre, conformista. ¡Es ridículo! ¡Si de lo que se trata la vida es de vivir tranquilo y feliz! ¿No? Al menos eso es lo que creo. Y cada día estoy más convencido de que esa tranquilidad, esa felicidad, sólo pueden ser reales en la austeridad, en la sencillez... Y también, sin duda, en el compartir, en la solidaridad con el otro y ayudarle a descubrir esa posibilidad de realización sin necesidad de opulencia ni nada semejante.

En fin. Para rematar, dejo un video que encontré hace un rato, en el que este carismático sujeto (que no dudo estará cerca de volver al absorbente y enajenante lado oscuro de la fuerza, pues el éxito que el libro ha tenido en Estados Unidos, probablemente alejará a Michael de la austeridad que descubrió en la cafetería ubicada en Broadway) habla un poco acerca de su libro.


Adenda. Hace un momento me topé con otro video protagonizado por Gates Gill. Se trata de una charla con empleados de Google. El video es largo (30 minutos), pero entre lo que el tipo comenta encuentro algunas joyas. Sé que muchos de ustedes no lo verán, así que en una entrada próxima planeo agregarlo con algunos apuntes y comentarios que sinteticen lo que a mi juicio resulta más rescatable.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Valentía y Resistencia

«Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.»

Ernesto Sabato
He de advertir que hoy, pese a proponerme brevedad, me vi obligado a una entrada relativamente extensa. Quiero cerrar en cierto modo las reflexiones que abrí este martes, a raíz de nuestras fiestas patrias que, como al entrañable columnista mexicano Germán Dehesa, me parecen las más festivas de las fiestas. Leyendo y escuchando en estos días a varios periodistas e intelectuales, así como a colegas blogueros, me quedé pensando largo rato en este asunto de la “patria”. Confieso que con mi “orgullo mexicano” por momentos me sentí fuera de lugar, pasado de moda. Incluso, acudiendo a un adjetivo muy de moda últimamente: ideologizado. Me parece que todo estriba en la confusa construcción del concepto de patria.

Escribía precisamente Germán en su columna del miércoles 17 , un texto con el que coincido plenamente:
«A mí me parece que la patria es un quehacer diario, una permanente lección de ética y de ternura, pero también de color, de aromas, de costas inmensas, de montañas colosales y de emocionantes planicies. Nación de diminutivos es inmensa e inabarcable. La he recorrido toda y he visto que era buena y sonriente y grata y sabrosa. Por eso es intolerable que pretendan violentarla con muertos, secuestrados y bombazos. Malditos sean los que creen que ése es el camino. Malditos sean los que la explotan, pero benditos sean los que la aceptan día con día y los que no olvidan que seremos libres cuando sepamos lo que hay que saber y restauremos la justicia y la equidad de la patria; éstos juegan con ella a los encantados, a las estatuas de marfil y juegan sobre todo a decir: viva México.»
Durante la semana he leído claramente la indignación de muchos compatriotas en blogs, perfiles de Facebook y mensajes de correo o Messenger. Pero, sobre todo, leo miedo. Por supuesto que yo mismo lo siento. Todas las noches me voy a dormir pensando en mi familia y la gente que quiero, dialogando con Dios sobre los duros días que vivimos. Pero el miedo no puede, no debe, paralizarnos y, mucho menos, hacernos huir. El miedo es comprensible, sin embargo, también exige valentía, coraje. Exige que nos llenemos de humanidad y le hagamos frente.

En estos días, más de una vez me han dicho o escrito cosas como "Ya mejor quédate tú que ya andas por allá". He descubierto que al responder me cuesta explicar con claridad mi necesidad de volver. Y por eso recurro de nuevo a Dehesa, cuyo texto de ayer, jueves 18, me inspiró poderosamente por su enorme coincidencia con lo que he querido -y quizá no he sabido- decir:
«El miedo fabrica infinidad de argumentos. Me encanta oír (o leer) a esos hombres maduros y razonables que toman la decisión de abandonar el país porque, según dicen, ellos no se irían, pero lo malo es que tienen también que pensar en su familia, o en su empresa (no siempre piensan en ésta), o en la "calidad de vida" que los suyos merecen (y a nosotros que nos atropelle el micro) y patatín y patatán y mexicanitos ahí se ven, porque yo voy a pasar a retirarme. Hablan tan bonito, que hasta les aplaudimos y les deseamos todo tipo de parabienes. Yo no; yo digo que cada quien con su conciencia, pero, para mí, los que se van en estas condiciones, dejan de existir, se vuelven niebla y concentro toda mi solidaridad en los que se quedan. Ahora bien, les voy a decir que hay muchos que se quedan porque no tienen presupuesto para exportar su cobardía. Ellos, digo yo, como si ya se hubieran ido. Me interesan los que se quedan a dar la pelea, a obsequiarle a la patria nuestro trabajo, nuestra pasión y nuestra indeclinable esperanza de que hemos de mejorar; y esto lo haremos como una retribución que le hacemos a la patria por lo mucho que nos ha dado.»
Dehesa evoca a lo largo del texto las palabras con que Savater le recuerda a Amador, su hijo, que “no es lo mismo ser cobarde que ser valiente”. Y sentencia:
«¿Que ahora permanecer aquí [en México] requiere de una dosis mayor o menor de valentía?. Pues nos la echamos. Sería una infamia que no lucháramos hasta el último esfuerzo por arrebatarle a los felones la posesión y usufructo de México.»
Remata parafraseando una cita de Arturo Pérez Reverte.
«En ella un soldado viejo y curtido le explica a un joven aprendiz que se pelea y se da la vida por la honra de la patria y que jamás se pregunte ¿qué tan honrada es su patria?, porque la honra de un país es la suma de las pequeñas honras de sus habitantes. O sea, mexicanos: con toda inteligencia y alegría ¡vámonos recio!.»
Esta mañana, caminando por el Paseo de Gracia, me vino de pronto a la mente la frase de Ernesto Sabato que cito como epígrafe de esta entrada. Con esas palabras inicia La Resistencia (2000, en editorial Seix Barral), un texto magistral, poderoso, que confronta, que apela a nuestra condición humana y nos llama a la valentía. Un par de líneas más adelante, el escritor argentino nos convoca:
«Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que —únicamente— los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana.»
Aquí voy, pues. Echado pa’lante. Porque, como dice Catón -Armando Fuentes Aguirre- hoy en su columna: "Cuando la patria duele es cuando hay que amarla más". Así pues, me reitero listo para resistir y enfrentar con valentía los miedos que quieren doblegarnos y hacernos huir. ¿Vas conmigo?

Apunte. Una vez más, debido a que no todos tienen acceso al contenido digital de Reforma, me he tomado la libertad de crear un archivo PDF con los textos periodísticos que cito en la entrada de hoy. Si te interesan, puedes consultarlos aquí. Y si hubiese algún inconveniente por parte de alguien vinculado con la propiedad intelectual de los mismos, no tiene más que hacérmelo saber.

Nuevo apunte. Escribí esta entrada en septiembre de 2008. Y agrego esta nota en septiembre 2011. En unos cuantos años la realidad de México ha cambiado poco... o mucho, dirían algunos, para mal. Hace un año murió Germán Dehesa, quien me movió a escribir esta como muchas otras entradas. Merece la pena recuperarlo hoy que tanta falta nos hace enfrentar la vida con valentía... y resistir.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

De ¡vivas! y confesiones...

Salí rumbo al Poble Espanyol cerca de las nueve de la noche. En la Plaza Mayor del recinto (una curiosa reproducción de emblemáticos rincones de España), se iban congregando cientos de mexicanos, además de españoles festivos y turistas curiosos. Alrededor de la plaza se extendían largas filas para comprar tres tacos por 7 euros o dos tamales a 6, además, por supuesto, de tequilas, cervezas y hasta Jarritos.

Primera confesión: Nunca imaginé que me resultaría tan intensa la nostalgia de pasar -por primera vez según mi memoria- la noche del 15 de septiembre lejos de mi país. Nunca había sentido ganas de gritar tan alto y con tanta fuerza ¡Viva México! Quizá por eso, al poco de estar en la plaza, dejé que corrieran unas lágrimas.

Minutos antes de las once de la noche cesó la música festiva y se escuchó el Toque de Bandera, para que el lábaro patrio, escoltado por mariachis, fuese recibido por el Cónsul de México en Barcelona, quien subió al balcón para invocar a los héroes y provocar los "vivas" de la multitud que nos habíamos congregado. Vino el Himno Nacional y se arrancaron los mariachis.

Segunda confesión: Tanto minutos antes de que se celebrara el ritual, como durante la arenga y ¡por supuesto! la interpretación de nuestro Himno, no paré de llorar. Sentimientos muy encontrados. Quizá las líneas que siguen ayuden a explicarlo.

Había a mi alrededor todo tipo de mexicanos… pero predominaban claramente cientos de jóvenes. No dudo que algunos anduviesen turisteando pero, la mayoría, seguramente viven –estudian y/o trabajan– aquí. Lo paradójico, es que esos mismos que –con "la verde" bien puesta, tequila en mano y con bandera atada al cuello o en cualquier otro lado– respondían alegremente cada ¡viva!... esos mismos, al día siguiente -como seguramente el día anterior- andaban ya por ahí renegando de su país y agradeciendo estar lejos, con ganas de no volver. Parece que el "¡viva!" está bien para una cerveza o para entonar una ranchera con el mariachi a lado… pero nada más.

No me quedé mucho tiempo. Me agobió pensar en esa paradoja de nuestro pueblo que –si acaso- celebra e identifica a su Patria con el jolgorio, pero que se resiste al compromiso con su Tierra; que define a México por el folclor, su comida, sus fiestas, su música, sus paisajes… olvidando que México somos cada uno de los que por alguna u otra razón somos mexicanos y, como tales, herederos de un legado y garantes de un futuro.

Para rematar… Tercera confesión: Me fui a dormir… entusiasmado por la necesidad de contagiar mi amor a México. Orgulloso de mi Patria. A primera hora de la mañana siguiente, como todos los días, revisé en internet los portales de varios diarios mexicanos. Apenas habían pasado un par de horas de la tragedia en Morelia, Michoacán. Y otra vez, lloré un rato.

Hoy es día 17 y ha sido un muy buen día. Hago frente al dolor y a la confusión con entusiasmo, con ese patriotismo que algunos tachan de anticuado. Porque así soy. Porque me da la gana. Porque se me llena la cabeza de ideas. Y porque, como diría la canción, me muero por volver. Entre tanto, aquí voy, trabajando para, desde mi espacio -y seguramente contigo-, seguir construyendo.

martes, 16 de septiembre de 2008

¡Viva!


Anoche pasé largo rato explorando un sinfín de ideas que revoloteaban en mi cabeza. Prometo que mañana mismo escribiré sobre ello. Pero, por hoy, no puedo... no quiero evadir el profundo dolor que sentí esta mañana cuando, con pocas horas de diferencia, me enteraba de la tragedia que se dio anoche en Morelia, Michoacán, México. Decidí, pese a todo, conservar el título original de la entrada que tenía prevista. Sí. Porque, más allá de todo lo que ahora mismo pasa por mi mente -y posiblemente pase por la tuya-, no puedo dejar de decirlo. No puedo, siquiera, decirlo en voz baja. Lo grito. Lo grito con más fuerza que anoche: ¡Viva xico!

domingo, 14 de septiembre de 2008

Resumen en imágenes

Va, pues, el primer compromiso. Un resumen en imágenes de los dos meses que pasé en mi México lindo y querido.



Claro, la llegada comienza, como toda llegada que se precie, con una cálida bienvenida... En este caso, una pequeña y acogedora reunión sorpresa organizada con el fundamental apoyo de mi cuñado.







Estupendos reencuentros, incluidos los queridos sobrinos recién adoptados.





A poco de mi aterrizaje, llegó a aquellas latitudes, directo desde París, la Tía Catarina para conocer al adorado sobrino. 





Entre las bienvenidas, un lugar especial ocupó la "güelgom pari" organizada por los bloggeramigos del DF. Breve pero sustanciosa, memorable. 






El ascenso al Tlatoani, en Tlayacapan. ¡Tan cerca y tan lejos! ¿Por qué hemos abandonado las salidas al campo y nos refugiamos en nuestras ruinas de acero y cemento?











La Tía Catarina y las impresionantes raíces de un impresionante testigo del tiempo.











En el Tlatoani, sin duda alguna, un rincón cerca del cielo.




El arranque de aquel día que, inspirado por la escapada a Tlayacapan, mi hermana y yo nos llevamos a los profes a entrar, al menos un poco, en contacto con ellos y la naturaleza.







Hacia el cierre de aquella jornada, un entusiasta grupo se lanzó a mojar los pies en el helado arroyo. Minutos más tarde, seríamos testigos de un ejército de niños bañándose felices en medio de la fría corriente de agua.







Y sigue lo verde... La escapada relámpago a Oaxaca. La vista está tomada desde Hierve el agua, donde conocimos a Ezequiel.







Ya se sabe, la necesaria evidencia fotográfica de "yo estuve ahí", en el imponente parque de Hierve el agua.









El mítico árbol del Tule. Lo he dicho antes, me emociona. Nunca me cansaré de contemplar su majestuosidad. En la imagen, con los queridos sobrinos.









Unos días antes de viajar rumbo a Barcelona... ¡Por fin! ¡La fiesta setentera de pelucas! (Diríamos acá, ¡una fiesta hortera!) Faltaron muchos, pero sin duda a la vuelta organizamos otra. ¿No?








Por supuesto ninguno de los asistentes pudo negarse a lucir al menos una de las pelucas disponibles para estar a tono. (Claro, a algunos no hay que insistirles mucho, ¿verdad?)











La fiesta estuvo amenizada por el DJ-Ernest-Groovy (al menos así lo bautizó Liza, la festejada).









Dos meses. En 60 días cómo creció el condenado. ¡Y eso que lo veía cada semana! ¡No puedo imaginar cómo lo encontraré a finales de noviembre!











Con su madre y su tía en las escalera. ¡Adoro la vestimenta de los tres! (Y no me refiero sólo a esta foto, lo saben.)






La estancia terminó con la carrera The Human Race organizada por Nike, el domingo previo a mi partida. ¡No! ¡Claro que yo no la corrí! Pero sí M. ¡Junto con otros 24,999 sujetos! ¡Impresionante! Confieso que quedé motivado. Tengo que ponerme a entrenar. ¿No?



Bien. Pues no están todas las que son ni son todas las que están. Pero estas imágenes dicen algo de lo que fueron estos dos meses. Y ahora, aquí voy. Siguiendo con el relato desde orillas del Mediterráneo.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Pausa

Decir que ha sido una semana pesada puede sonar exagerado. Si no pesada, ha sido al menos intensa, cargada de asuntos. De todo un poco. Al final, aquí voy. Echando mucho de menos. Pero bien, gracias a Dios. Leyendo mucho, eso sí. Haciendo de nuevo mil anotaciones sobre tantas cosas que cruzan mi cabeza. Me propongo, para los próximos días, varias cosas en torno al blogging: subir algunas imágenes de lo que fueron los dos meses de verano en México, compartir fragmentos e ideas derivadas de algo de lo que ando leyendo, hacer algunos apuntes sobre lugares que he visitado en estos días y que espero visitar en los días siguientes. Ya se ve, muchas cosas. ¿Con un párrafo sobre cada cosa bastaría? Seguro. Lo que no sé es si seré capaz de síntesis semejantes. Veremos.

domingo, 7 de septiembre de 2008

¿Será posible?

Al fin –tardíamente, pero al fin– vi Wall-E, la más reciente producción lanzada por Pixar a las carteleras. No hay mucho que pueda agregar a lo que ya tantos han dicho: una extraordinaria película, impecable, entrañable... Que confronta, que mueve lo que llevamos dentro: emociones, pensamientos... La estética del abandonado planeta Tierra es poderosísima; de una textura deliciosa. ¿El conflicto? Intenso, potente. ¿Y el modo en que se desencadena su resolución? Legítimo, válido, posible... ¿probable? No lo sé.

Desde que empezaron a correr los créditos finales me quedé con una interrogante en la cabeza. Es claro que el deterioro de nuestro hogar está en curso. Parece claro que, al ritmo que llevamos, el desolador escenario ficticio que habita Wall-E no está muy lejos de la realidad. Pero, ¿es probable que, ante semejante crisis, tengamos el coraje de hacer a un lado nuestras comodidades y reconquistar nuestro planeta? Los habitantes de Axiom despiertan con una velocidad envidiable y, pese a la confusión generada por la pérdida de confort, deciden seguir a su capitán en la ardua tarea de hacer vivible la Tierra. ¿Tenemos ahora mismo el valor, la decisión, la voluntad, suficientes como para poner las cosas en su sitio? Y enfatizo el ahora mismo, pues no creo que hagan falta 700 años lejos de casa para valorar lo que estamos perdiendo. Si hemos de renunciar a parte de nuestras fatuas banalidades, ¿por qué no desde ahora?

viernes, 5 de septiembre de 2008

De comillas y cursivas

Esta tarde me dolió leer el impecable texto que publica hoy Juan Villoro en Reforma. Tras dos meses de agitada y feliz estancia en mi México lindo y querido, no puedo sino corroborar lo que sale de la pluma de este escritor que, como yo, vive un poco aquí y vive un poco allá. Me dolió pero me invitó también a valorar mi profesión. Mis ganas de seguir aportando algo a mi pueblo.

Comienza Villoro con este párrafo lapidario:
Al aterrizar en la Ciudad de México se advierte que la lógica no es lo nuestro. Una ventanilla anuncia "Taxi autorizado". Ahí mismo una leyenda de la Procuraduría Federal del Consumidor informa que ese establecimiento puede estar violando la ley. Llegamos al territorio donde lo autorizado es ilegal.
Y sigue:
La ventanilla que al mismo tiempo proclama y refuta la normatividad es una metáfora de un país donde las reglas han dejado de tener sentido o son caprichosas e inoperantes.
Más adelante, tras narrar el momento en que aborda uno de los "taxis autorizados" y comienza la charla con el conductor, escribe:
Como en México la catástrofe es un tema de conversación muy contagioso, basta hablar de un problema para que los desastres se ramifiquen. El taxista me dijo que en la mayoría de las gasolineras un "litro" nunca es un litro. Nuestra realidad prefiere las comillas a las cursivas.

Me sorprendí de que los taxis autorizados atropellaran la legalidad, pero poco después pasé por un tianguis donde ofrecían "discos pirata originales". Esto me ayudó a asimilarme a una tradición convencida de que lo auténtico es lo que se modifica sin que se note. Tal vez en otro país la piratería genuina sea contradictoria. Aquí avala la calidad de lo ilícito.
(Abro aquí un paréntesis. Como profesor de redacción, el uso de las comillas siempre me ha obsesionado. Y es que, efectivamente, los mexicanos tenemos un serio problema con el empleo de estas pequeñas marcas. Sin embargo, nunca había asociado yo esos usos y abusos con la forma en que esas comillas, más allá de su valor como signo gráfico de puntuación, están presentes en nuestra idiosincrasia.)

Hacia la última parte del texto, Villoro pasa al asunto del ¡Ya basta! lanzado por los mexicanos del sábado pasado:
El tema de la ilegalidad va de la picaresca cotidiana a la tragedia del crimen organizado. Las marchas contra la inseguridad confirmaron la indignación y el dolor de una nación que ya no soporta la violencia ni la impunidad. La protesta fue clara. El problema estriba en saber si hay interlocutores.
En fin. Lo dejo para la reflexión. Y para no desistir de la acción. Para empezar a dar preferencia a las cursivas sobre las "comillas".

martes, 2 de septiembre de 2008

Desempacando

Y parece que un día el viajar deja de ser un simple "ir a", para convertirse en un eterno "volver a", un "regresar a". Y no necesariamente en el sentido de "ir nuevamente a"; hablo más bien de ese "regresar a" como un "volver al lugar de donde se proviene", el sitio de origen...

Aquí ando. Por lo pronto, desempacando después de recuperar una pieza de equipaje que decidió quedarse un rato en Amsterdam y llegó cuatro horas después que yo. Y con ganas de descansar.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Abordando

Estoy en la sala 22 de la Terminal 1. Listo para abordar en unos minutos. México-Amsterdam-Barcelona. Dios mediante la próxima entrada será publicada desde las orillas del Mediterráneo. Y empezaré a ponerme a mano. Relatar algo de lo mucho que viví en estos dos meses y que no tuve oportunidad de compartir. Y retomar la crónica del exilio voluntario. 

Ya estoy extrañando. Y al mismo tiempo, con la necesidad de retomar el espacio para pensar. Retomar el tiempo para permitir que maduren algunas de las ideas que ya se cocinan dentro de mí. Y volver. Con más fuerza.