«Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.»
Ernesto Sabato
He de advertir que hoy, pese a proponerme brevedad, me vi obligado a una entrada relativamente extensa. Quiero cerrar en cierto modo las reflexiones que abrí este martes, a raíz de nuestras fiestas patrias que, como al entrañable columnista mexicano Germán Dehesa, me parecen las más festivas de las fiestas. Leyendo y escuchando en estos días a varios periodistas e intelectuales, así como a colegas blogueros, me quedé pensando largo rato en este asunto de la “patria”. Confieso que con mi “orgullo mexicano” por momentos me sentí fuera de lugar, pasado de moda. Incluso, acudiendo a un adjetivo muy de moda últimamente: ideologizado. Me parece que todo estriba en la confusa construcción del concepto de patria.
Escribía precisamente Germán en su columna del miércoles 17 , un texto con el que coincido plenamente:
«A mí me parece que la patria es un quehacer diario, una permanente lección de ética y de ternura, pero también de color, de aromas, de costas inmensas, de montañas colosales y de emocionantes planicies. Nación de diminutivos es inmensa e inabarcable. La he recorrido toda y he visto que era buena y sonriente y grata y sabrosa. Por eso es intolerable que pretendan violentarla con muertos, secuestrados y bombazos. Malditos sean los que creen que ése es el camino. Malditos sean los que la explotan, pero benditos sean los que la aceptan día con día y los que no olvidan que seremos libres cuando sepamos lo que hay que saber y restauremos la justicia y la equidad de la patria; éstos juegan con ella a los encantados, a las estatuas de marfil y juegan sobre todo a decir: viva México.»
Durante la semana he leído claramente la indignación de muchos compatriotas en blogs, perfiles de Facebook y mensajes de correo o Messenger. Pero, sobre todo, leo miedo. Por supuesto que yo mismo lo siento. Todas las noches me voy a dormir pensando en mi familia y la gente que quiero, dialogando con Dios sobre los duros días que vivimos. Pero el miedo no puede, no debe, paralizarnos y, mucho menos, hacernos huir. El miedo es comprensible, sin embargo, también exige valentía, coraje. Exige que nos llenemos de humanidad y le hagamos frente.
En estos días, más de una vez me han dicho o escrito cosas como "Ya mejor quédate tú que ya andas por allá". He descubierto que al responder me cuesta explicar con claridad mi necesidad de volver. Y por eso recurro de nuevo a Dehesa, cuyo texto de ayer, jueves 18, me inspiró poderosamente por su enorme coincidencia con lo que he querido -y quizá no he sabido- decir:
«El miedo fabrica infinidad de argumentos. Me encanta oír (o leer) a esos hombres maduros y razonables que toman la decisión de abandonar el país porque, según dicen, ellos no se irían, pero lo malo es que tienen también que pensar en su familia, o en su empresa (no siempre piensan en ésta), o en la "calidad de vida" que los suyos merecen (y a nosotros que nos atropelle el micro) y patatín y patatán y mexicanitos ahí se ven, porque yo voy a pasar a retirarme. Hablan tan bonito, que hasta les aplaudimos y les deseamos todo tipo de parabienes. Yo no; yo digo que cada quien con su conciencia, pero, para mí, los que se van en estas condiciones, dejan de existir, se vuelven niebla y concentro toda mi solidaridad en los que se quedan. Ahora bien, les voy a decir que hay muchos que se quedan porque no tienen presupuesto para exportar su cobardía. Ellos, digo yo, como si ya se hubieran ido. Me interesan los que se quedan a dar la pelea, a obsequiarle a la patria nuestro trabajo, nuestra pasión y nuestra indeclinable esperanza de que hemos de mejorar; y esto lo haremos como una retribución que le hacemos a la patria por lo mucho que nos ha dado.»
Dehesa evoca a lo largo del texto las palabras con que Savater le recuerda a Amador, su hijo, que “no es lo mismo ser cobarde que ser valiente”. Y sentencia:
«¿Que ahora permanecer aquí [en México] requiere de una dosis mayor o menor de valentía?. Pues nos la echamos. Sería una infamia que no lucháramos hasta el último esfuerzo por arrebatarle a los felones la posesión y usufructo de México.»Remata parafraseando una cita de Arturo Pérez Reverte.
«En ella un soldado viejo y curtido le explica a un joven aprendiz que se pelea y se da la vida por la honra de la patria y que jamás se pregunte ¿qué tan honrada es su patria?, porque la honra de un país es la suma de las pequeñas honras de sus habitantes. O sea, mexicanos: con toda inteligencia y alegría ¡vámonos recio!.»
Esta mañana, caminando por el Paseo de Gracia, me vino de pronto a la mente la frase de Ernesto Sabato que cito como epígrafe de esta entrada. Con esas palabras inicia La Resistencia (2000, en editorial Seix Barral), un texto magistral, poderoso, que confronta, que apela a nuestra condición humana y nos llama a la valentía. Un par de líneas más adelante, el escritor argentino nos convoca:
«Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que —únicamente— los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana.»
Aquí voy, pues. Echado pa’lante. Porque, como dice Catón -Armando Fuentes Aguirre- hoy en su columna: "Cuando la patria duele es cuando hay que amarla más". Así pues, me reitero listo para resistir y enfrentar con valentía los miedos que quieren doblegarnos y hacernos huir. ¿Vas conmigo?
Apunte. Una vez más, debido a que no todos tienen acceso al contenido digital de Reforma, me he tomado la libertad de crear un archivo PDF con los textos periodísticos que cito en la entrada de hoy. Si te interesan, puedes consultarlos aquí. Y si hubiese algún inconveniente por parte de alguien vinculado con la propiedad intelectual de los mismos, no tiene más que hacérmelo saber.
Nuevo apunte. Escribí esta entrada en septiembre de 2008. Y agrego esta nota en septiembre 2011. En unos cuantos años la realidad de México ha cambiado poco... o mucho, dirían algunos, para mal. Hace un año murió Germán Dehesa, quien me movió a escribir esta como muchas otras entradas. Merece la pena recuperarlo hoy que tanta falta nos hace enfrentar la vida con valentía... y resistir.
2 comentarios:
«Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.»
Ernesto Sabato y yo también
Vive cerca de mi barrio, en Santos Lugares, una vez le escribí confesándole mi amor intelectual y a este bello hombre de ya casi 90 y algo de años...
a las semanas llegó un sobre, dentro una hoja de papel con las clásicas y antiguas letras de una máquina de escribir (creo haberte contado esto, no)
y en tinta su firma clara para mi...
ernesto sábato
Hola Jake!!!
Siempre es un gusto enorme tenerte por aquí. Hace un rato que no dejo comentarios en tu blog, pero sigo siendo un asiduo visitante ;)
Y efectivamente, hace ya varios meses, creo que en uno de tus primeros comentarios, algo comentamos de Sábato... un graaande!!!! (aunque no el detalle del sobre de la respuesta).
Saludos hasta ese entrañable Sur que existe, respira e ilumina.
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