«Al desnudarla, al separarla de la imagen, esta música maravillosa tuvo la oportunidad de brillar con su propia luz, de mostrarnos qué tanto de la fuerza, la ternura, el suspenso de los filmes a que pertenece se le deben a ella, y, lo más importante, de obligarnos a centrar nuestra atención en la manera casi mágica como Morricone le arranca los sonidos a la orquesta.
Y es que en la consecución de su ecléctica música, adecuada a cada filme, Morricone utiliza todos los recursos de que puede disponer un compositor: una orquesta sinfónica, un coro espectacular, seis solistas, sintetizadores, bajo eléctrico, batería, así como los más improbables maridajes sonoros, como mezclar congas con sonidos eclesiásticos o jazz con música de cámara.»
Mauricio Hammer, en Reforma
¿Tengo que agregar algo? Sólo puedo decir una cosa, pensando en los diez mil asistentes al Auditorio Nacional esa noche: ¡qué envidia!
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