Me explico.
Primero. La elaboración de un texto –cuando el asunto me interesa– es una tarea que disfruto inmensa e intensamente.
Segundo. Mi rutina para confeccionar un texto comienza con notas en papeles, subrayados en libros y anotaciones en sus márgenes. Esos insumos son transferidos al procesador de textos, donde me dedico a jugar con ellos: señalando fragmentos con colores, subiendo y bajando elementos, reescribiendo algunas cosas, articulando y desarticulando otras. En circunstancias normales, sigue imprimir eso en letra pequeña con interlineado amplio, para dedicarme a soltar el lápiz sobre el texto: flechas, comentarios, tachones, claves para cambiar ideas de sitio, envío de notas al pie, círculos, asteriscos y cualquier cantidad de signos en los márgenes. Con eso en mano regreso al procesador de textos y reescribo el texto. El siguiente paso es volver a imprimir y la historia del lápiz corriendo sobre el papel se repite. Se abre un círculo de imprimir, revisar, reescribir hasta que quedo relativamente satisfecho, de acuerdo con las presiones de tiempo y el destino final del texto.
Tercero. Aquí en España no tengo impresora. En general no me ha hecho falta, pues todo se ha acumulado en papeles, márgenes de libros y en esbozos de ideas en archivos de Word.
Cuarto. Las últimas semanas han estado cargadas con entrega de trabajos, lo cual me ha obligado a alterar la dinámica ya descrita: imprimir significa euros y no puedo darme el lujo de imprimir hasta el infinito.
Cinco. Es así como una situación "límite" me ha obligado a asumir conciencia de este mal hábito; no he podido desprenderme de la necesidad de hacerlo, pero he logrado reducir la cantidad de impresiones y obligarme a editar sobre el monitor.
No me resulta fácil, pero lo asumo con filosofía: al menos coopero con el medio ambiente.
¿Será?
2 comentarios:
¿Que pasó? Gracias por pasarte por mi bló, como siempre todo un privilegio!!! jajaja... pues yo también paso de rapidin que ando en chiga total.. y no sabes lo que extraño LAS CLASES, LA UNI.. espero pronto escoger una MAESTRIA que me haga desempolvar MIS MALOS HABITOS...
Buen día!
Pues aquí sigo en eso compadre... en auténtica chinga loca. Que masoquismo eso de extrañar la escuela, verdad? Yo de plano, soy un ñoño, paradigma del eterno estudiante. Pero la neta que lo disfruto! Eso sí, ya tengo que hacer cuentas porque no sólo de pensar vive el hombre caray. En fin. Saludos hasta Querétaro!
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