Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

viernes, 27 de junio de 2008

Paréntesis sobre la atención

Paréntesis en estas nostalgias previas al viaje. (Paréntesis que con todo derecho más de una persona agradecerá.) Leo el artículo publicado hoy por Juan Villoro en Reforma. Como de costumbre, sin desperdicio. Las ideas que aporta encajan, además, con una cuestión que me tiene enganchado desde hace meses... y que ya se convierte en pauta para mi proyecto de tesis doctoral.

El texto se desarrolla en torno a las diferencias entre leer cine y leer televisión. Villoro recuerda que apenas hace tres lustros que el público mexicano empezó su regreso a las salas de cine, tras una década de estar lejos de las grandes pantallas (y refugiado ante la televisión y el video). [Aunque las causas de este distanciamiento no son materia del texto que nos ocupa, es sin duda interesante reflexionar sobre ellas.]

Las características de cada medio condicionan lecturas absolutamente distintas. Y recluirnos ante la pantalla chica modificó nuestra forma de contemplar la grande:
Durante unos 10 años mucha gente perdió la habilidad de concentrarse ante una película. Cuando los mausoleos de 500 butacas se reconvirtieron en rutilantes multicinemas, presenciamos un experimento antropológico: la conducta de la gente había cambiado; ahora veía el cine visto con la desatención propia de la tele.
Y me parece que se abre así un círculo vicioso: cierto cine termina por imitar el discurso de la televisión, pues se piensa ya como producto que habrá de terminar en el salón de una casa. (Aunque como el mismo Villoro reconoce hay también una cierta televisión que imita ejemplarmente las cualidades de cierto cine.)
Una película reclama la atención que debemos conceder a un mundo paralelo. En cambio, la televisión sucede mientras planchamos o hablamos por teléfono; su fuerza depende de comunicar de manera ambiental, sin que prestemos demasiada atención.
El escritor mexicano sugiere que la televisión "pide ser vista al modo de un acuario; en cambio, el cine equivale a una inmersión submarina". Tras el regreso masivo a las salas de cine, parece que algunos hemos recuperado la costumbre de ver cine: nos parecen chocantes, entonces, ciertas cosas mostradas como si estuviésemos ante un televisor. Un detalle de eso que marca la diferencia: el silencio contra el ruido.

Apunte importante. Hoy se cumplen 16 años de que nació la benjamina de la familia. Para mis colegas de la preparatoria, que la vieron nacer, verla es evidencia irrefutable de que estamos haciéndonos viejos. Algo semejante les sucede a mis compañeros de la licenciatura, quienes alegremente jugaban con ella cuando nos reuníamos en la casa para hacer trabajos. Por estas horas, la pequeña anda paseando con mamá por las calles de Nueva York, celebrando este aniversario. Dios mediante estaremos todos la próxima semana en el D.F. y podremos abrazarnos y festejarlo juntos. Entre tanto, la celebro aquí y comparto mi alegría.
From DIALOGO DE BA...
[Aquí, trepados en la banca-nube, en enero de 2007.]

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