Daba la impresión de que hoy nadie quería salir de la iglesia. Pero el asunto era bastante más sencillo: había comenzado a llover “inesperadamente”. Pasó un rato. Luego, mientras algunos se inclinaron por continuar el asilo, otros, más imprudentes sin duda, nos aventuramos a atravesar el parque. Es el primer mediodía de domingo que lo veo tan vacío: además de quienes a paso apresurado toman distintos caminos, algunos puñados se refugian bajo árboles; unos cuantos bajo el mamut que tanto cautiva a los niños. En el kiosco los amantes del swing parecen haberse reproducido mágicamente; la música no para y así, apretados en medio de los que buscan un techo, ellos siguen sus pasos. Camino ya por Sarednya. No es que la lluvia sea muy fuerte. Sin embargo es consistente y, con el aire frío, llega a ser incómoda. Pese a ello el partido de futbol a un costado de la Estación Norte no se ha detenido. Estoy ya frente al ordenador. Por la ventana veo que, aunque llueve todavía, ya asoman algunos tímidos rayos de sol. Sin duda, aunque sea más tarde, habrá oportunidad de salir en un rato a caminar como cada domingo.
Agradecimiento. Gracias, porque sé que eres Tú quien hace los movimientos, quien permite que las cosas encuentren su sitio. Entiendo que cada uno de nosotros jugamos un papel, nuestras decisiones son fundamentales. Pero me parece que al final son más o menos fructíferas en la medida que nos dejamos orientar. Quizá sea complicado entenderlo, pero, no sé si haga falta. Lo importante es reconocerlo, me parece. Estar abiertos a Ti, dejarnos guiar.
Aviso Importante
A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!
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