Aviso Importante

A partir de mi regreso a México, el 24 de noviembre de 2008, decidí dejar de publicar en este espacio, con la intención de respetar el cierre de un ciclo. Desde el mismo día, puedes visitar mis ocurrencias en Ernesto-BCN. ¡Gracias por tu visita!

sábado, 11 de octubre de 2008

Desconectarse por un rato

Cierto. Hablar de crisis se ha vuelto desde hace tiempo un lugar común. Hoy el globo entero se sumerge en todo tipo de crisis. La globalización hace inevitable que en el discurso predomine la crisis financiera, anunciando una inminente y profunda crisis económica; dirían muchos, incluso, que estamos "presenciando Historia". México, en particular, padece una aguda crisis de seguridad, además de sus ya cotidianas crisis política y social. Rematando el contexto, no olvidemos que los estudiosos nos hablan, desde hace ya algunas décadas, de las crisis de identidad y sentido que vive la llamada sociedad occidental.

Ante semejante escenario, vale la pena regresar un poco al significado de la palabra crisis. Su origen está en el ámbito de la medicina. De hecho, la primera acepción que encontramos en el diccionario de la Real Academia Española, señala que una crisis es un cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente

No tengo claro a dónde nos llevarán, en términos sociales y colectivos, las citadas crisis. Pero estoy convencido de que, en el plano personal, cada uno tiene muchas oportunidades de canalizar las circunstancias para hacer de ellas una medio creativo para salir de sus propias "enfermedades".

Uno ve, escucha, vive, infinidad de cosas sobre el momento que estamos viviendo. En lo personal, me gusta reflexionar sobre los retos y las posibilidades que representan los difíciles días que corren. Es una necesidad. Me duele lo que veo, lo que escucho, lo que siento... y algo me impulsa inevitablemente a explorar salidas, a acercarme ante el evidente dolor que crece a mi alrededor. Me resulta simplemente impensable la indiferencia. Sin embargo, reconozco también que, en medio de tanta palabrería sobre lo que sucede en el mundo, a veces también vale la pena olvidarse un poco de las cosas. Desconectar, dirían algunos. Aunque sea por un rato. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ernesto, interesante tu nota y estoy completamente de acuerdo contigo, yo apago las noticias y esucho una buena pieza musical, no quiero neurotizarme con tanta información negativa, simultaneamente me preparo a tener la mejor "actitud" posible ante la inmediata y mediata realidad, y todavía mejor si logro ponerme en prespectiva de "eternidad" por la fé, desde luego sin dejar de sentir el piso en el que estoy parado, sin duda lo anterior es uno de los "legados de la abuela".
Un fuerte abrazo desde el "pais de las crisis permanentes"
Tu padre que te quiere siempre mucho.